sábado, 11 de septiembre de 2010

Las tres explicaciones sobre el origen y la evolución del universo


Juan Luis Lorda

(publicado en Actualidad catequética 225-226 (2011) 134-148 )


1. Introducción

Los dos libros de Dios

El Evangelio es una gran revelación de Dios, una luz nueva para iluminar todas las cosas de este mundo. Nos habla de Dios y del hombre y de su relación mutua. Desde el punto de vista cristiano, la revelación del Evangelio es, en realidad, la "segunda" revelación, porque Dios ya ha hablado en la creación, cuando formó la naturaleza: “Los cielos proclaman la gloria de Dios; y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal 19,1)

Por eso, hay una vieja tradición de pensamiento cristiana que habla de los "dos libros" de Dios: el de la naturaleza y el de la revelación. Así lo dice bellamente San Agustín: "Es libro para ti la Sagrada Escritura, para que la oigas. Y es libro para ti el orbe de la tierra, para que lo veas"1.

Con esta imagen se expresa bien cuál es la mente cristiana sobre los dos tipos de saberes que vienen de Dios: el que encontramos en la naturaleza y el que nos llega con la revelación.


Novedades en el libro de la naturaleza.

Sobre el origen del hombre y del mundo, antes sólo teníamos el relato del Génesis y algunos mitos y fábulas antiguos. Desde mediados del siglo XIX, tenemos otro relato sobre el origen de las especies y del hombre, el que inició Charles Darwin, que ha sido completado y perfilado a medida que hemos conocido mejor la genética.

Y, desde mediados del siglo XX, tenemos también un nuevo relato sobre el origen del mundo: el Big Bang, la gran explosión. Según los indicios que tenemos, el universo actual procede de la explosión de un punto enormemente denso, y todavía está en expansión.

Ambas teorías científicas son más que hipótesis porque han acumulado pruebas en su favor. Esas pruebas parecen suficientes para sostener que ambas hipótesis conforman la historia de nuestro universo. Aunque no conocemos todos los detalles ni podemos comprobarlos perfectamente, por la enorme distancia de tiempo y la imposibilidad de repetir estos procesos en un laboratorio.

En el caso de la evolución, el registro fósil es algo así como un puzzle en el que faltan casi todas las piezas y las que tenemos están rotas. Pero son suficientemente significativas. Además, es probable que, en los próximos años, alcancemos una mayor confirmación genética de la forma en que se han realizado los saltos entre las especies, en la medida en que se conozcan más y se puedan comparar mejor los genomas de las especies.

En el caso del Big Bang, los indicios también son muy fuertes, pero se trata de un caso límite: porque en esa explosión no sólo se originó todo el universo que conocemos, sino también todas sus partes, partículas y leyes, a partir del despliegue de un punto original. Por eso, el momento original es como una especie de límite de nuestro conocimiento físico y más allá no podemos ir nada más que con la imaginación.

Hay que tener en cuenta que la investigación científica en estos campos es muy difícil y camina paso a paso. Hay que estar bastante enterado para comprender cuál es el significado de los pequeños avances, de un hallazgo en el campo de la paleontología, de la genética, de la astrofísica o de la física de partículas. O de las nuevas hipótesis que se formulan. Suele ser una información muy difícil de transmitir. En estos temas hay una gran distancia entre la investigación científica y lo que se puede transmitir al público. Por eso, no hay que hacer demasiado caso de las noticias sensacionalistas que salpican los medios de comunicación a lo largo del año. Es mejor recurrir a revistas especializadas de calidad, con criterio realmente científico2.


Un universo unificado

El hecho es que con estas lecturas del libro de la naturaleza, nuestra idea del universo es muy distinta de la que podían tener, por ejemplo, hace cien años. Hoy podemos contar una historia del universo desde un momento original hasta el momento actual. Podemos describir todo el despliegue de la materia con la conformación del universo que conocemos, incluida la tierra, que es un sistema bien curioso y sorprendente. Y toda la evolución de la vida con su múltiple riqueza y, también, sus muchas curiosidades y sorpresas. Ciertamente, no podemos contar los detalles, y desconocemos muchas transiciones, pero podemos contar las líneas generales.

Se trata de una única historia: una historia donde ha surgido todo y donde todo está relacionado: todas las estructuras de la materia y todos los organismos vivos. Todo se ha hecho a partir de un punto original y todo está hecho de lo mismo.

Nunca hemos tenido una idea tan unitaria de la realidad. Las gentes de otras épocas vivían en un mundo lleno de misterios aparentemente inconexos. Había muchas explicaciones parciales y muchos misterios desconocidos. Hoy no lo sabemos todo, pero sabemos que todo está relacionado. Es un dato importante y en cierto modo nuevo en la historia del pensamiento. Quizá uno de los datos más importantes de la historia del pensamiento.

Las ciencias modernas han hecho estas importantes lecturas en el libro de la naturaleza. El avance de la física, de la química, de la biología y de la astrofísica han llegado a la conclusión de que todo está hecho de lo mismo, de lo mismos componentes elementales. Además las dos grandes teorías que hemos comentado (de la evolución y del Big Bang) nos dicen que todo forma parte de una única historia. “Todo” quiere decir, todo lo que podemos ver en el universo: todos los cuerpos del espacio, todos los materiales de la tierra, todos los seres vivos y el hombre. Todo forma parte de una misma historia.


Un mundo maravilloso

Si no hemos perdido la capacidad de asombro, fácilmente nos daremos cuenta de que se trata de una afirmación maravillosa. Hay mucha gente que ya no tiene capacidad contemplativa, que no se admira de nada, que todo le parece "normal"; porque se acostumbran a las cosas y entonces ya no las admiran. Pero al que haya conservado estas capacidades tan humanas, la historia del universo le parecerá absolutamente fascinante. La historia más maravillosa que se puede contar. Aquí ha emergido toda la realidad cononcida. En ese sentido, el progreso de las ciencias es verdaderamente fascinante.

El relato sobre la historia del universo es mucho más maravilloso que un cuento de hadas e incluso podría ser contado como un cuento de hadas: "Érase una vez que había un punto muy pequeño pero enormemente denso, y, de repente, estalló irradiando una cantidad fabulosa de energía. Y entonces...".

Para un cristiano, esta historia es una manifestación casi evidente del poder de Dios. Ver tanta inteligencia y tanta maravilla le recuerdan las famosas frases del inicio del salmo 19: “Los cielos proclaman la gloria de Dios; y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal 19,1)

En cambio, para personas que tienen una visión materialista, es un puro despliegue de “azar y necesidad”, por usar este binomio que recuerda el célebre libro de Monod, premio Nóbel de medicina y representante moderno del materialismo biológico. Todo ha sucedido sin sentido alguno y de una manera imprevista y absurda. Y sigue sin tener sentido ninguno y siendo absurdo: desde la primera explosión hasta la existencia humana. Esto choca de una manera tan fuerte con nuestra sensibilidad que apenas afecta a las personas normales. Pero hay muchos teóricos que defienden que, efectivamente, el universo es fruto ciego del azar y la necesidad. Y, por tanto, en el fondo, absurdo.


2. Tres explicaciones globales y tres modelos de hombre

Tres modelos de explicación del universo

Como nuestra imagen científica moderna del universo se ha hecho tan unitaria, se han reducido mucho las explicaciones posibles. Es decir, la manera global de entender el mundo o de representarse cómo es. Por eso, se puede decir que quedan muy pocas cosmovisiones posibles, muy pocas visiones globales del mundo. Y son las que vamos a presentar ahora para compararlas.

De entrada, caben tres posibilidades

- El mundo viene “ de abajo”: no hay Dios y el mundo se ha hecho solo a sí mismo, por casualidades y por el surgimiento casual de leyes internas que han dirigido el crecimiento. Entonces, en el fondo, efectivamente, el mundo es absurdo. No puede tener ninguna lógica. Es la tesis materialista, que es defendida por mucha gente, incluido expertos científicos, aunque quizá sin llegar a sus últimas consecuencias.

- El mundo viene “de arriba”: lo ha hecho un ser inteligente, Dios. Por tanto, no viene "de abajo", sino "de arriba". Y la explicación de su orden interno, del surgimiento de estructuras y de sus mismas leyes, es que ha sido pensado por un ser inteligente. A Benedicto XVI le gusta pensar en la misma "entraña matemática" del mundo . Galileo dijo que la naturaleza tiene entraña matemática, pero ese orden maravilloso merece una explicación.

- El mundo mismo es Dios o, por lo menos divino. Es la tercera posibilidad. Aunque, de entrada, puede parecer sorprendente, esta postura está bastante extendida. La defienden algunos panteísmos antiguos o los panteísmos orientales. Y es también la postura insinuada por algunos importantes científicos modernos, por ejemplo, el premio Nóbel de física Schrödinger o el propio Einstein. Lo característico de esta postura es transmitir al universo la característica más importante que se puede hallar en él, la conciencia humana. De tal manera que, aunque no sea una persona, dan al todo una cierta conciencia o, por lo menos, lo consideran con una cierta lógica global como el fundamento de todas las conciencias. Al todo, se le puede llamar "Dios", aunque, generalmente, no piensan en un ser personal. Es más algo que alguien.

Estas son las tres grandes posibilidades. Los materialistas reducen la maravilla a la casualidad. Los "panteístas" piensan que el mundo es un todo maravilloso con todas las propiedades. Los creyentes pensamos en un mundo maravilloso creado por un ser inteligente, que no se confunde con el mundo. Estas son las posturas posibles. El Catecismo de la Iglesia Católica las describe así: “Algunos filósofos han dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios o que el devenir del mundo es el devenir de Dios (panteísmo). (...) Otros finalmente no aceptan ningún origen trascendente del mundo, sino que ven en él el puro juego de una materia que ha existido siempre (materialismo)” (CEC 285).


Tres modelos distintos de hombre

Las tres explicaciones globales dan lugar a tres modelos de ser humano. :

- Si el mundo es una casualidad sin sentido, el ser humano es también una casualidad sin sentido. Y no vale más que el resto. Esto tiene consecuencias prácticas insostenibles. Nuestra cultura occidental y nuestras instituciones democráticas están basadas en la idea de que todo hombre tiene una especial dignidad que debe ser respetada. Pero si es un poco de materia acumulada por casualidad no se ve por qué hay que respetarla especialmente. Desde luego, este materialismo científico o “cientifista” está erosionando las bases de nuestra cultura democrática, cuando hace perder dignidad a las personas incondiciones límite (aborto eutanasia, quizá pronto eugenesia).

- Si el mundo lo ha hecho Dios, el hombre puede ser, como defiende el mensaje bíblico, "imagen de Dios". Es persona a imagen de las personas divinas. Un ser inteligente y libre, capaz de bien y de amor, y que se realiza amando, a imagen de las personas divinas. La explicación radical de la singularidad de la conciencia humana vendría de Dios. Si no, sólo puede venir de la materia.

- Si el mundo mismo es Dios o una especie de todo divino, todo es parte de lo mismo. Todo es divino o emanación unida a lo divino. Entonces, el ser humano sólo puede ser un chispazo transitorio del todo. Una parte que se ha separado temporalmente y que manifiesta temporalmente una conciencia personal, pero que está llamada a unirse y fundirse en el Todo, como defienden los panteísmos orientales (se aprecia en la tradición budista o hinduista). No puede haber una identidad personal fuerte, sino transitoria. Por eso, es frecuente encontrarse en estas posturas con la creencia en la reencarnación o trasmigración de las "almas".


El problema de las "mayúsculas"

Estamos acostumbrados a hablar de grandes dimensiones humanas, como el amor, la justicia, la libertad y la belleza. Nos parecen tan importantes que las podemos escribir con mayúsculas: Amor, Justicia, Libertad, Belleza.

Pero si el mundo es azar y necesidad, estas dimensiones humanas no pueden tener mucho fondo ni tener mucho sentido. ¿Qué sentido puede tener el amor o la justicia en un mucho surgido de partículas elementales por casualidad? En la física, existe la masa o la carga, pero no existe el amor o la justicia. Si no son dimensiones de la materia, y no hay más que materia, sólo pueden ser ilusiones del espíritu. Algo ficticio. El amor no puede ser nada más que instinto y, en el fondo, física. Y la justicia sólo puede ser una ilusión humana que no tiene ningún fundamento ni en la física, que sólo sabe de atracciones y repulsiones, ni en la biología, donde prima la ley de la selva. Ni en la física ni en la biología, hay justicia. Es propio de personas que se reconocen una dignidad y que se saben distintas de la materia y de los animales.

Sólo si el mundo lo ha hecho Dios, estas dimensiones tan humanas pueden ser reflejos de un Dios personal. Dios lo tiene en plenitud. El hombre lo puede tener como imagen. No lo puede tener en plenitud, pero lo puede tener realmente. Puede existir en su vida algo que realmente se amor y justicia y libertad y belleza. Y no sólo apariencia, sino realidad. Sólo ante el Dios personal, el ser humano puede ser considerado persona y tener estas dimensiones personales. Para el cristianismo, el ser humano es querido para siempre. Por eso tiene un alma personal, espiritual e inmortal.

Es fácil hacer afirmaciones materialistas, pero es muy difícil vivir como un materialista consecuente, porque contradice las aspiraciones y los usos más elementales de la condición humana. Todo materialista debería cuestionarse seriamente si tiene sentido que quiera a sus hijos, a su cónyuge, a sus padres o a sus amigos. ¿Tiene sentido ese amor? ¿Es lógico querer más a un hijo que a un mueble, si son lo mismo? Y otro tanto en relación con sus aspiraciones o sus reclamaciones de justicia: ¿Tienen sentido en un universo que es azar y necesidad? ¿Por qué hay que aspirar al amor o defender la justicia en lugar de aceptar el azar y la necesidad? Pero ¿cómo ser materialista y defender la justicia?

Y si el materialismo, que parece tan serio, resulta tan inhumano, ¿no habrá algún error de planteamiento? Si partiendo de nuestra idea reductiva de la materia acabamos negando lo humano ¿no será que nos equivocamos de método? ¿No habrá que partir de la existencia de estas dimensiones humanas, que son tan reales por lo menos como las de la materia, para demostrar que el mundo es más rico que la visión materialista? ¿O es que la justicia no existe porque no tenemos un termómetro para medirla?


El problema de la libertad

El tema de la "mayúscula" de la libertad es especial. La Libertad es una gran dimensión humana, muy enaltecida en la historia de nuestro mundo moderno. Incluso se han erigido importantes estatuas a la Libertad en París y, sobre todo, en Nueva York (regalo del Estado francés).

Pero, si el mundo es sólo materia evolucionada por azar y necesidad, no puede haber realmente libertad. Azar quiere decir pura casualidad; y necesidad quiere decir determinación, ausencia de libertad. Si la materia no es libre y el hombre es sólo materia, en el hombre no hay libertad. Y entonces toda la cultura moderna, incluso toda la cultura humana ha caído en un error fundamental. Sigue viviendo en el mito y no en la ciencia.

Claro es que también aquí es imposible ser consecuentes. Si pensamos que la libertad no existe y que todo lo que hacemos está dominado por el azar y la necesidad, habría que cambiar muchas cosas. Pero todo intento de tomarse en serio esta afirmación es una especie de chiste. Porque si pensamos que el azar y la necesidad es la explicación de todo, hay que pensar que lo pensamos por puro azar y necesidad, no porque sea lógico. La materia no es ni lógica ni no lógica. Es sólo azar y necesidad. Y en consecuencia, el pensamiento y todo lo que pensemos, sólo puede ser azar y necesidad, tanto si pensamos una cosa como si pensamos la contraria.

Así lo argumentó muy simpáticamente el Papa Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona: "Al final, se presenta esta alternativa: ¿Qué hay en el origen? O la Razón creadora, el Espíritu creador que lo realiza todo y deja que se desarrolle, o la Irracionalidad que, sin pensar y sin darse cuenta, produce un cosmos ordenado matemáticamente, y también el hombre con su razón. Pero entonces, la razón humana sería un azar de la Evolución y, en el fondo, irracional" (Homilía en Ratisbona, 12.IX.2006).

Pero vayamos al núcleo de la cuestión. Si el ser humano es sólo materia, dominada por el azar y la necesidad, no puede ser realmente libre. La única salida materialista de este argumento (intentada por muchos) es refugiarse en la mecánica cuántica. Resulta que toda la física es determinista, menos la física de las partículas subatómicas, la física cuántica, donde no podemos determinar exactamente la posición y velocidad de las partículas elementales (electrones, fotones) ni tampoco su comportamiento (como onda o como corpúsculo). Esto es, en definitiva, el principio de indeterminación de Heisemberg. Según la visión científica actual de las cosas, la materia está totalmente determinada, menos en esa esfera. La solución sería, entonces, intentar relacionar la libertad humana con esa esfera de indeterminación. Es lo que hace, por ejemplo, Penrose (La mente del emperador). Y le siguen otros.

Pero se trata de un trágico (o cómico) malentendido. Indeterminación significa que no sabemos determinar dónde está algo ni cómo se va a comportar. Pero libertad es más que no poder prever lo que va a pasar. Es, precisamente, decidir lo que va a pasar. Ciertamente no podemos saber de qué manera se va a comportar una persona, porque es libre. En eso el comportamiento de las personas se parece al de las partículas subatómicas: es imprevisible. Pero las personas libres piensan lo que van a hacer y son capaces de hacer libremente construcciones que son fruto de su espíritu, como la catedral de Toledo, por ejemplo. Se puede decir que la catedral de Toledo estaba indeterminada porque, antes de hacerla, nada hacía suponer que en ese terreno habría una catedral. Pero la catedral de Toledo no es el fruto de la indeterminación, sino de la libertad humana, que está llena de pensamiento, de proyecto, de imaginación, de decisiones creativas. Cosa que no tienen las partículas elementales ni ninguna otra esfera de la materia.

Por eso, es casi un chiste intentar relacionar la libertad humana con la mecánica cuántica. La libertad humana está relacionada fundamentalmente con la inteligencia. Somos libres porque somos inteligentes. Y la inteligencia es un misterio casi tan grande como la libertad. Es la prueba más evidente de que en el universo hay algo más que materia. Que hay pensamiento, que hay libertad, que hay bondad, que hay justicia, que hay amor. Y todas estas dimensiones de la persona humana son las que los cristianos defendemos como parte de la imagen de Dios. Como imagen de un Dios bueno, libre y creador, tiene sentido un hombre libre y creativo, que quiere ser bueno y justo. Y que considera un gran bien amar y ser amado. Estas dimensiones son la prueba más clara de cómo hay que contemplar el universo. Si sólo lo queremos explicar desde la materia, desde la biología o desde las realidades personales.


3. La imagen cristiana del hombre es un gran camino de evangelización

Con lo que hemos dicho se ve hasta qué punto la cosmovisión cristiana es coherente con la condición y las aspiraciones de la persona humana. Mostrar esta coincidencia es un gran camino de evangelización, como señaló el Papa Juan Pablo II. En su discurso a los teólogos españoles en Salamanca, decía que el pensamiento cristiano "deberá buscar en las estructuras esenciales de la existencia humana las dimensiones trascendentes que constituyen la capacidad radical del hombre de ser interpelado por el mensaje cristiano para comprenderlo como salvífico, es decir, como respuesta de plenitud gratuita a las cuestiones fundamentales de la vida humana. Este fue el proceso de reflexión teológica seguido por el Concilio Vaticano II en la constitución Gaudium et Spes: la correlación entre los problemas hondos y decisivos del hombre, y la luz nueva que irradia sobre ellos la persona y el mensaje de Jesucristo"4.


¿Compatible o incompatible?

El mensaje cristiano no tiene problemas ni con los datos ni con la teoría de la evolución, ni tampoco con la hipótesis del Big Bang. Al contrario: el relato científico cada vez es más “maravilloso”: hermoso, asombroso, misterioso... En ese sentido, si no perdemos capacidad contemplativa, cada vez está más cerca de la sensibilidad cristiana. Después de dos siglos de profesores materialistas que repetían que "la materia ni se crea ni se destruye" y que tildaban de cuento absurdo la creación cristiana, resulta que la visión científica del universo, se parece cada vez más a una creación de la nada. Aunque ésta no se puede probar físicamente.

Lo que resulta incompatible con la fe cristiana es una interpretación materialista o reduccionista que defienda que toda esta maravilla viene "de abajo", que todo es materia, que, sin ningún sentido y por pura casualidad ha ido creciendo. Esto contradice el sentido de fe. Pero, según acabamos de ver, también contradice el sentido común. Y nuestra experiencia directa de la realidad: el orden y la estructura necesitan explicación.

Hay que saber que en Estados Unidos hay un debate muy vivo entre lo que se llama creacionismo y un evolucionismo, que no es sólo ciencia sino ideología materialista. Movimientos tradicionales cristianos, generalmente protestantes, aspiran a que se enseñe en las escuelas una teoría "creacionista" al mismo nivel con que se enseña una teoría "evolucionista", que, muchas veces, no es sólo una visión científica del mundo, sino también una visión ideológica y materialista del mundo. Si sólo explico los datos de la evolución, estoy en el terreno de la ciencia. Si explico que el mundo se ha hecho por pura casualidad, introduzco una posición ideológica que no se puede demostrar en el laboratorio o estudiando fósiles.

Llegar a la idea de un Dios creador está más allá de los datos científicos. Pero es una deducción posible, de naturaleza filosófica, al contemplar el conjunto de la realidad. Para nosotros los cristianos, esa deducción, viene reforzada por nuestra fe.

En Estados Unidos, las posturas creacionistas están sostenidas, a veces, por grupos fundamentalistas protestantes que, a veces, defienden una interpretación puramente literal de la Biblia, incluyendo cálculos de fechas sobre la creación del mundo, que habría sido hace unos 5000 años. En cambio, la posición católica, desde muy antiguo, entiende que el relato no trata de transmitir datos físicos sobre la constitución y estructura del mundo, sino el dato religioso de que ha sido hecho por Dios.

Desde el punto de vista católico, Dios creó un mundo que tiene sus leyes propias. No hay ningún problema en que el universo se desarrolle según su propia dinámica, contando también con “casualidades”. Por eso, la fe cristiana es perfectamente compatible con los "datos" que hoy tenemos sobre el origen del universo y de las formas de vida, incluido el hombre. Para nosotros la creación es una maravilla del poder de Dios y todavía está en acto en la historia de este mundo y, en particular, en cada ser humano que nace.


El valor de las “mayúsculas”

Como hemos dicho, todos los indicios nos hablan de que el mundo también viene “de arriba”. Todo lo que “parece más” que materia, para nosotros es un signo de Dios, un camino hacia Dios; y una presentación del cristianismo. Hemos mencionado algunas de las grandes dimensiones humanas, que nos son más queridas, y que son un gran testimonio de la trascendencia de la persona humana, de la constitución del universo y de su origen divino.

En esta manera de contemplar la realidad humana coincidimos con otras muchas personas, creyentes o no. Con muchas personas quizá no tienen una dimensión religiosa de la vida o, al menos, una dimensión cristiana, pero captan espontáneamente el valor de la realidad. Para esas personas, la coincidencia entre lo que sienten y la doctrina cristiana puede ser un gran camino de evangelización. El cristianismo responde a las aspiraciones más profundas de las personas. Vamos a repasarlas.

1) Los cristianos creemos en el valor de la Persona, en su dignidad, porque no sólo es materia, sino “imagen de Dios”. Todo el que crea en el valor de la persona, se acerca a pensar el mundo “desde arriba”, se acerca a la fe.

2) Creemos en el valor de la Justicia, que no es aspiración de la materia, sino cualidad de Dios y del mundo personal creado por Él. Todo el que “tiene hambre y sed de Justicia”, tiene también hambre del mundo personal de Dios. No es la ley de la materia ni la ley de la selva.

3) Creemos en el valor del Amor, que no es una propiedad de la materia, sino de Dios. Todo el que tiene una idea alta del amor personal y una aspiración de comunión entre las personas y de paz entre los hombres, está deseando a Dios y se acerca al punto de vista cristiano

4) Creemos en el valor de la Verdad (y del Saber y de Sentido de la Vida), todo lo creado contiene la mente del Creador, por eso puede ser pensado. Y la vida humana tiene sentido. La idea misma de verdad nos habla de la inteligencia divina. Porque el fruto de la casualidad es el absurdo. Todo el que ama la verdad y busca el sentido de la vida está suponiendo que existe y se acerca a la fe.

5) Creemos en el valor de la Belleza, física, moral y espiritual, reflejo de Dios en el mundo y en las personas y en lo más bello de las personas (la justicia, el amor y la verdad:.” Sólo la belleza salvará el mundo”, según la famosa frase de Dostoievsky (que inspiró el célebre discurso del Premio Nóbel Solzhenitsyn (1972).


El beneficio de la catequesis sobre la creación

Los cristianos vemos el mundo “desde arriba” y “desde abajo”, según los dos libros que se nos han dado para leer: el de la naturaleza y el de la fe. Los vemos compatibles, aunque no conozcamos todos los detalles. Y nos maravillamos de su belleza, del amor creador de Dios.

La catequesis sobre la creación es proporcionar la luz con la que hay que mirar el mundo. Es hablar del otro libro, que permite levantar la mirada y ver la “maravilla” del relato científico, además de explicar el sentido de la vida humana en el mundo creado por Dios. Con su verdad, su belleza, su amor y su justicia. Con el valor eterno de cada persona. También con el valor de la naturaleza, llena de azar y necesidad, y de maravillosas dimensiones creadas por Dios y reflejo de Dios. Con un despliegue formidable y asombroso que nos llena de admiración y de devoción.


4. Nota Bibliográfica

Sobre los "dos libros", de la naturaleza y de la revelación

G. TANZELLA- NITTI, The two Books prior to the Scientific Revolution, en “Annales Theologici” 18 (2004) 51-83; J. SEIBOLD S.J., Liber naturae et liber Scripturae. Doctrina patrística medieval, su interpretación moderna y su perspectiva actual, en Stromata (Univ. San Miguel el Salvador) 40 (1984/I-II) 59-85. El tema está en San Agustín, en San Buenaventura y en muchos autores medievales. Es famoso el Liber creaturarum, de Ramón Sibiuda. También Galileo usó este tema al defender su postura, en su carta a Cristina de Lorena.


Sobre las cosmovisiones

Este tema ya lo había abordado en Las cuatro cosmovisiones, recogido en mi libro Para una idea cristiana del hombre, Rialp, Madrid 2010. El materialismo es una forma de pensamiento que atraviesa toda la historia. El "panteísmo" tiene versiones religiosas antiguas (budismo, hinduísmo, sintoísmo...); modernas (New age) y versiones no religiosas sino más bien filosóficas: unas antiguas (Spinoza) y otras más recientes (Schrödinger). En Einstein era más bien una especie de mentalidad, más que una doctrina construida y no tenía una particular connotación religiosa, sino de admiración por el universo.

Recientemente, hay que notar un nuevo "biologicismo", que es más que materialismo porque intenta explicar toda la realidad humana a partir de una ley biológica elemental: la ley de conservación del patrimonio genético. Con esto intentan explicar todo el desarrollo de la evolución, con el crecimiento de la complejidad y todas las características de la cultura humana. Es la posición de Richard Dawkins, desde su libro El gen egoísta y El relojero ciego. Es un importante divulgador científico visceralmente anticristiano, como mucha presencia en los medios. Se diferencia del materialismo puro y duro en que no se remite a las propiedades de la materia, sino a una ley biológica. Aparte de que no son admisibles muchas de sus simplificaciones, cabe hacer una consideración general: si se admite una ley biológica que no hay modo de reducir conceptualmente a las leyes de la física, ¿cómo se explica la existencia de esa ley fundamental? Y ¿por qué no va a haber otras leyes superiores si existe esa?


Sobre la compatibilidad de la visión cristiana con la visión científica del mundo

No siempre es fácil encontrar literatura de divulgación equilibrada y que reúna un buen conocimiento del estado de las ciencias y suficiente sentido cristiano. Por una parte se necesita buena información científica: por otra parte hay que saber distinguir lo que es ciencia de lo que es ideología.

En este campo ha hecho una gran labor Mariano Artigas, físico y teólogo, con muchas obras sobre la evolución Las fronteras del evolucionismo (Palabra 2004); las relaciones Ciencia y fe. Nuevas perspectivas (Eunsa 1992); Ciencia, razón y fe (Palabra 1992); como ensayo más global, La mente del universo (Eunsa 2000). Está pendiente de traducción sus Oráculos de la ciencia, donde describe y juzga las posiciones de algunos grandes científicos y divulgadores de la ciencia. Y junto con el genetista Daniel Turbón, Origen del hombre. Ciencia, Filosofía y Religión (Eunsa 2007).

También merece atención la obra de Agustín Udías, catedrático de geofísica de la Universidad Complutense de Madrid, El universo, la ciencia y Dios (PPC, 2001). Siempre he guardado veneración por el pequeño y lúcido libro del matemático y físico alemán Pacual Jordan, Creación y misterio (Eunsa, 1978), aunque necesita unos mínimos conocimientos científicos y matemáticos (estadísticos) para entenderlo.

También vale la pena mencionar la obra de Stanley Jaki, Física y religión en perspectiva (Rialp, 1990). Jaki fue un gran estudioso de la filosofía de la ciencia y de su relación con la religión y defendía que el desarrollo de la ciencia occidental se debe, en gran medida, a que la fe cristiana "desencantó" el mundo y le dio al hombre el mandato de dominarlo: The road of science and the ways to God (Univ. de Chicago, 1978).

Por su parte, A. Fernández-Rañada, en Los científicos y Dios (Trotta, 2002) muestra la fe cristiana y el impulso cristiano de muchos grandes científicos. En ese sentido también J. M. Riaza, La Iglesia en la historia de la ciencia (BAC, 1999).

Es particularmente interesante el testimonio de Francis Collins, director del National Human Genome Research Institute, que ha realizado la investigación sobre el genoma humano. Su libro ¿Cómo habla Dios? (Temas de hoy, 2007) es un libro muy inteligente y matizado sobre estas cuestiones, con sentido cristiano. También es interesante el libro de Diego Martínez Caro, Génesis. El origen del universo, de la vida y del hombre (Homolegens 2008), que, además, de hacer una buena presentación científica, plantea, al final, las preguntas de la fe.

Sobre todos estos temas, existe información en línea en las páginas web del grupo de trabajo CRYF de la Universidad de Navarra. Se puede hallar fácilmente en cualquier buscador de Internet.


1 Liber tibi sit pagina divina, ut haec audias; liber tibi sit orbis terrarum, ut haec videas" Enarrationes in
Psalmos 45, 7 (PL 36, 518).

2 Internacionalmente son conocidas Science, Nature, etc.; en España, Investigación y Ciencia

4 Ibidem











lunes, 6 de septiembre de 2010

Hawking

Libro de Hawking no logra descartar a Dios, aclaran físicos católicos

ROMA, 04 Sep. 10 / 05:25 am (ACI)

Dos físicos católicos descartaron que el nuevo libro de Stephen Hawking, "The Grand Design", pueda descartar la existencia de Dios como creador del universo, a pesar de que el autor haya lanzado la audaz afirmación de que el universo "se creó de la nada".

El académico jesuita Robert Spitzer explicó que las afirmaciones de Hawking contra la existencia de Dios y en favor de la física reflejan confusiones fundamentales sobre el concepto cristiano de Dios como creador de todo lo que existe, lo que incluye el universo y las leyes de la física que se le aplican.

Según el Padre Spitzer aunque Hawking hable de un universo "creándose a sí mismo de la nada", se presupone que esta "nada" de alguna manera involucra gravedad y otras leyes fundamentales de la física.

Pero los principios como la gravedad no son axiomas irreductibles ni evidentes. Más bien, son las leyes no físicas las que rigen las operaciones ordinarias del mundo físico. No hay comparación entre una creación que se despliega y se desarrolla de acuerdo a las leyes de la materia, y la propuesta de Hawking de "generación espontánea" de la "nada", explica el sacerdote.

Para el experto, Hawking malinterpreta la verdadera relación entre Dios y su creación. "Hawking no ha explicado claramente por qué existe algo en lugar de nada. Sólo ha dicho que algo viene de algo", al describir el desarrollo de un universo que funciona en la base de leyes como la gravedad.

Históricamente, muchos teólogos cristianos, así como filósofos no cristianos, han argumentado precisamente lo contrario del punto de Hawking: las leyes de la física sólo pueden ser atribuidas a un creador infinito, inteligente y no físico.

El "dios" de Hawking

El jesuita Guy Consolmagno, astrónomo del Observatorio del Vaticano, explicó a Catholic News Agency que las condiciones previas del universo en despliegue y sus operaciones no pueden ser una forma de "nada", como Hawking considera, sino condiciones creadas por Dios para el ordenamiento del mundo.

"Dios es la razón por la cual el espacio y el tiempo y las leyes de la naturaleza confluyen en las fuerzas de operación de las que habla Stephen Hawking", señaló.

Para Consolmagno, el desprecio de Hawking hacia Dios se basa no sólo en su denominación errónea de las leyes físicas como "nada", sino también en su falta de comprensión de la noción de trascendencia de Dios. Por lo tanto, Hawking realmente ha descartado un tipo de "dios" en el que los cristianos no creen.

"El 'dios' en el que Stephen Hawking no cree, es el mismo en el que yo no creo. Dios no es sólo otra fuerza en el universo, junto con la gravedad o la electricidad. Dios no es una fuerza a ser invocada para llenar los vacíos de nuestro conocimiento", agrega el experto.

Consolmagno recuerda que "Dios es la razón por la cual la existencia misma existe".

Para el Padre Spitzer, Hawking admite este profundo misterio en el mismo momento en que trata de desestimarlo.

"En mi opinión, el Dr. Hawking no ha demostrado aún que esta realidad no sea necesaria. De hecho, lo implica al considerar la existencia de un inicio en su afirmación sobre el universo que proviene de la nada", concluye Spitzer.


jueves, 20 de mayo de 2010

Declaración



Del Instituto de Filosofía Práctica acerca de la libertad sexual, la pedofilia y la hipocresía

Hace rato que socios y amigos se preguntan por nuestro silencio acerca de un tema sobre el cual diarios y revistas martillean en forma cotidiana: la pedofilia, los curas pedófilos, la responsabilidad de la Iglesia Católica en este oscuro y triste asunto. Pero aquí también preferimos esperar que “las brevas maduren”, para poder recoger suficiente cantidad de información útil que nos permitiera reflexionar mejor acerca de la cuestión.

I.-
En primer lugar, entendemos que el tema debemos encuadrarlo dentro de otro más amplio: el de la libertad, y dentro del mismo, el de la libertad sexual.

Existen pocas palabras tan confusas como libertad, porque la libertad del loco es locura, la del traidor, traición, la del santo, ascenso hacia Dios. Todo esto es así porque la libertad es un medio que se juzga por su fin, por su orientación, que puede ser hacia la verdad y el bien o hacia la mentira y el mal; así de sencillo. La primera, eleva al hombre, la segunda lo corrompe.
El hombre puede reclamar a la sociedad que respete su libertad en la medida en la cual ella lo conduzca a su perfección. No puede pedir la tutela social para degradarse.


II.-
Una grave desviación, ya señalada por Aristóteles es identificar el bien con el placer, porque el placer puede ser bueno o malo; el Estagirita nos enseña que pueden considerarse “como improbables todas las proposiciones que sólo pueden ser adoptadas por un corazón depravado y que son contrarias a la conciencia: por ejemplo, que el placer es el bien” (Tópicos, L. VIII, C. X).
Un representante entre nosotros de la identificación del placer con el bien es el Dr. Agustín Gordillo, expulsado por pornógrafo de la Universidad de Buenos Aires, durante el rectorado del Dr. Luis Cabral, y reintegrado con todos los honores por el Dr. Eugenio Buligyn como mártir de la libertad, en los oscuros tiempos de Alfonsín. Para el conocido especialista en Derecho Administrativo, el sexo es el motor de la historia, y “cualquier tipo de actividad sexual que sea gratificante es admisible y valiosa”, excepto que configure un delito.
En la búsqueda del placer identificado con el bien, Gordillo es muy abarcador: “los actos de masturbación, individual o en pareja, de homosexualidad y bisexualidad, de relación oral-genital, anal-genital, de relaciones sexuales grupales, el empleo de elementos o instrumentos coadyuvantes de cualquier índole, la complementariedad de otros elementos eróticos objetivos o subjetivos, todo es admisible…” y concluye su asquerosa argumentación con quejas contra el Estado, la Iglesia, la familia, la escuela, la Universidad que están “al servicio de la represión sexual” (Planificación, participación y libertad en el proceso de cambio, Macchi, Buenos Aires, 1973, p 351 y ss).

III.-
Si el placer se identifica con el bien nada más razonable que reclamar la libertad para buscarlo, sin admitir traba alguna, sin límites de sexo, edad, especie. Es lo postulado por el Partido holandés Caridad, Libertad y Diversidad, (Pnvd) partido pedófilo del amor fraterno, de la libertad, de la diversidad. El programa es sencillo: bajar el límite del consenso para los actos sexuales con menores a los 12 años, introducir la zoofilia, o sea la sexualidad con los animales, reclamar la libertad del nudismo, postular la legalización de la pornografía infantil, exigir la educación sexual para los niños, promover la proyección de películas pornográficas en horas diurnas, demandar la liberación de las drogas duras y blandas… El 17 de julio del 2006 los tribunales legitimaron al Partido, el cual, sin embargo, este año 2010 no pudo presentarse a elecciones por no haber conseguido las firmas suficientes.
Respecto a dicha decisión judicial, escribe Marina Corradi que cae el último baluarte: “la inviolabilidad de la infancia”; es la consecuencia práctica de la inexistencia “de ningún valor absoluto en las raíces de la convivencia civil, ya que todo es subjetivo y en nombre de la libertad de los individuos cualquier elección es admisible” (Olanda, sí al partido pedófilo, Corriere della Sera, 16/7/2006). Aquí vemos hasta donde llega una libertad, sin límites ni frenos, divorciada de la verdad y del bien, y advertimos con claridad las consecuencias del relativismo y del nihilismo.

IV.-
Y ahora, un poco de historia. La pedofilia o pederastia existió siempre, desde que existieron los hombres, las mujeres y los menores. Pero es interesante señalar algunos casos, porque hoy, para casi todos los medios de comunicación, es sólo patrimonio de los curas.
Juan Jacobo Rousseau, apóstol de la educación infantil, autor del “Emilio”, escribió complacido haber comprado en Venecia una niña de diez años que lo liberó de la depresión.
Daniel Cohn-Bendit, jefe de las revueltas en París en 1968 y hoy líder de los “verdes” en el Parlamento Europeo, se vanagloria, no sólo de haber recomendado, sino además practicado el sexo con menores cuando era profesor. Mario Mieli, ideólogo y promotor del homosexualismo en Italia, considera una “obra redentora” el sexo intergeneracional con menores.
En 1977, en Francia, Libération publicó un manifiesto en defensa de la libertad sexual y de tres hombres detenidos por tener relaciones con menores. En el mismo, exigían la derogación de leyes anacrónicas que no tenían en cuenta la libertad y la maduración sexual de los chiquilines. Entre los firmantes se encuentran Louis Aragon, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Michel Foucault, André Glucksman, Jack Lang.

V.-
La pedofilia tiene vínculos con el comportamiento homosexual. Según el Gay Report, que con seguridad no tiene prevenciones contra los sodomitas, “las estadísticas muestran que el 23% de los homosexuales y el 6% de las lesbianas habían tenido contactos sexuales con menores”. SIECUS (Sex Information and Educational Council), en los Estados Unidos; “se ha empeñado ya en el año 1970 a proponer como naturales sea los contactos sexuales entre niños, sea la sexualidad intergeneracional” (G. J. M. van den Aargweg, “‘Matrimonio’ omosexuale & affidamento a omosessuali”, p. 506).
Lo que hoy asombra y repugna es la hipocresía de los habituales apóstoles de la “revolución sexual”, quienes en nuestros días aparecen disfrazados de moralistas escandalizados , señalando sólo los males y el pecado en el seno de la Iglesia, regocijándose y regodeándose en ellos y olvidando toda su obra espiritual y social. Y más aún: en el colmo de su hipocresía, y, sin embargo, siguen postulando el “derecho” de eliminar a los más pequeños entre los pequeños, los engendrados en el seno materno.

VI.-
El tema de la pedofilia sirve hoy como un pretexto más para atacar al catolicismo y especialmente a Benedicto XVI. Las fuerzas oscuras de la impiedad no pueden enfrentarse en forma directa con el Papa-teólogo, a quien, ante los problemas que se plantean, le sobran argumentos naturales y sobrenaturales.
No soportan la coherencia del Pontífice, quien, junto a su obra de limpieza, por tanta porquería acumulada en el seno de la Iglesia, “proclama su magisterio en materia de sexualidad y familia contra el relativismo contemporáneo, recordando que ciertos picos de inmoralidad, verdaderamente terribles, son además el fruto de una sociedad que ha abandonado aquellos principios éticos elementales que unen la sexualidad al amor, a la donación recíproca de sí mismo, y reducen el sexo a mercancía, que puede ser vendida o comprada, a puro placer inmediato y sin futuro”. Y concluye el historiador Carlo Cardia: “Creo que se puede decir que la obra valerosa de Benedicto XVI, su condena a miembros indignos de la Iglesia, refuerzan su magisterio crítico hacia una cultura que todo lo relativiza, que desconoce valores antropológicos perennes, y que se encuentra en el origen de la degradación del hombre y de su ética” (Gli scandali, gli attachi al Papa e l’universalitá rinata della Chiesa”, en Corriere della Sera, 4/5/2010).

Los casos de pedofilia son hoy los más resonantes, los que meten más ruido, los que causan más escándalo; por eso en ellos se regodean torpes comunicadores sociales, ignorantes periodistas, voraces politiqueros; sin embargo, es un tema más, entre los señalados por Ernesto Galli Della Logia que sirven para atacar a la Iglesia: “el celibato, el machismo, el autoritarismo jerárquico, la manipulación de la verdadera figura de Jesús, la adulteración de los textos fundacionales, la complicidad en la persecución de los judíos, la especulación financiera, el sexismo contra los homosexuales, el desconocimiento del deseo de paternidad y maternidad, la hostilidad al uso de preservativos y, como consecuencia, el apoyo de hecho a la difusión del Sida, la desconfianza respecto de la ciencia, el dogmatismo y la intolerancia congénita” (Un’Italia Anticristiana, Corriere della Sera).

VII.-
Es verdad que los casos de pedofilia son gravísimos, como lo son los casos de sodomía. Pero también interesa, apelando a algunas estadísticas redimensionar el alcance de la cuestión.
En Italia, según un estudio de Eurispes, el 66% de los abusos sexuales ocurren en el seno de la familia y se distribuyen así: el padre en el 35,8%; de los casos; la madre, 30,8%; hermano/hermana, 2%; otros parientes 4,8%; conviviente con padre/madre: 2,1%; amigo/conocido: 8%; enseñante: 4,4%; extraños: 3,7%.
Los sacerdotes en Italia son cerca de 36.000. En medio siglo condenados por pedofilia: 17. En juicio: 10. Los casos por año son unos 21.000.
En los Estados Unidos, según datos del profesor de sociología de la Pennsylania State University, Philip Jenkins, sólo el 0,2% ha estado implicado por abusos en cincuenta años.
Además han existido denuncias falsas. Un caso importante en el país del Norte fue el del arzobispo de Chicago, Cardenal Bernardin, quien probó su inocencia.

VIII.-
Lo expresado no pretende amenguar ni mucho menos justificar la gravísima responsabilidad de los autores de estos hechos horrendos. El Papa Benedicto XVI ha tomado el toro por las astas enfrentando los escándalos. Incluso cuando era Cardenal trató de aplicar la política de tolerancia 0. Ha pedido perdón. Se ha humillado por pecados que no son suyos. No ha dudado en enfrentarse con poderosos intereses, como en el penoso caso de Marcial Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo. Tampoco ha dudado en conversar con las víctimas, darles su apoyo y rezar junto a ellas (Ratzinger in lacrime responde alle vittime “Non so perché è successo”, Corriere della Sera, 19/4/2010).

Asimismo, el Papa no ha vacilado en denunciarlos, echando por tierra el argumento tan traído durante los últimos años, según el cual los escándalos dentro de la Iglesia debían taparse siguiendo el ejemplo de los hijos de Noé, que cubrieron la desnudez de su padre con un manto. Por el contrario, Benedicto XVI acaba de sacudir al mundo al decir que “los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia, del pecado que hay en la Iglesia. También esto se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de modo realmente tremendo: que la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender, de una parte, el perdón, pero también la necesidad de la justicia. El perdón no sustituye la justicia.” (12/5/2010, Declaraciones a los periodistas durante el vuelo Roma-Lisboa).

En la Argentina los escándalos sexuales llegaron al orden episcopal, con la pedofilia de Mons. Storni y la sodomía de Mons. Maccarone. La reacción de la Santa Sede fue inmediata al comprobarse los casos.
No así entre nosotros. Mons. Maccarone continúa siendo profesor emérito de una universidad pontificia, y en el ámbito hebraico, el rabino Marshall Meyer, ex integrante de la CONADEP, continúa siendo homenajeado, a pesar de “practicar la pederastia con los jóvenes bajo su guarda en la comunidad Bet-El”, según acusación de Nissim Elnecave, director de la revista “La Luz”, confirmada por la sentencia del juez Eduardo Malbrán, quien en el fallo escribió que Meyer “con su obrar ha mancillado los honores de su cargo religioso, ha defraudado a la legión de sus admiradores, ha proferido una ofensa a todos quienes por motivo de sus tareas tienen a su cargo la enseñanza, el acercamiento sano y la comunicación con las generaciones adolescentes”.

IX.-
Una reflexión para terminar. La inmensa mayoría de los sacerdotes y religiosos cumplen con su deber, a veces en circunstancias muy difíciles; afrontan la persecución, el odio, el desprecio, la pobreza, la miseria, pero lo hacen en silencio, sin ruido; por eso no son noticia. Nosotros, que no somos santos sino pecadores, los acompañamos y acompañamos al Papa en esta humillación, con la esperanza que se haga luz en todo este asunto, que se eviten, en la medida de lo posible, los crímenes en el futuro y que si suceden, nunca se oculten, aplicando la justicia y la misericordia, como lo ha hecho Benedicto XVI, exhortando a los culpables al arrepentimiento y a la penitencia, pero a la vez, a confiar en el perdón de Dios y en el valor de la oración.

Buenos Aires, mayo 18 de 2010.

Presidente: Bernardino Montejano
Secretario: Orlando Gallo

viernes, 30 de abril de 2010

¿Cómo defender la fe en el siglo XXI?


Responde el cardenal Levada

Nuevas perspectivas para la apologética cristiana

Por Carmen Elena Villa

La defensa de la fe no puede ser “demasiado defensiva o demasiado agresiva”. Debe hacerse con “cortesía y respeto”, y sobre todo con el testimonio personal.

Así lo explicó ayer el cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el congreso Una apologetica per un nuevo millenio, que concluye hoy en la Universidad Ateneo Regina Apostolorum de Roma. El purpurado intervino con una conferencia denominada La urgenzia di una nuova apologetica per la Chiesa del secolo XXI. (La urgencia de una nueva apologética para la Iglesia del siglo XXI n.d.r.).

El cardenal recordó cómo los antiguos apologetas “se dedicaron fundamentalmente a obtener la tolerancia civil para la comunidad cristiana, para demostrar que los cristianos no eran malhechores que merecían la pena de muerte”.

Luego de hacer breve un recorrido por la defensa de la fe en la historia de la Iglesia, el prefecto explicó cómo la constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II "desarrolla la revelación desde su centro crostológico, para luego presentar la responsabilidad ineludible la razón humana como una dimensión de la totalidad”.

"Muestra que la relación humana del hombre a Dios no consta en dos partes mas o menos independientes, sino que es una parte indivisible”, dijo. “No hay tal cosa como una religión natural en sí misma, pero cada religión es ‘positiva’ aunque por su positividad no excluye la responsabilidad del pensamiento sino que la incluye”.

"¿Cómo debería presentarse una nueva apologética?”, se preguntó el cardenal. Y respondió que en ésta, “fe y razón, credibilidad y verdad son exploradas como fundamentos necesarios para la fe católica cristiana”.

Dijo que la fe, conservando siempre su esencia, debe presentarse de una manera renovada “cuando tiene que enfrentar nuevas situaciones, nuevas generaciones, nuevas culturas”.

Belleza

También aseguró que la apologética del nuevo milenio “debe enfocarse en la belleza de la creación de Dios”.

“Para que la apologética sea creíble”, dijo “debemos poner especial atención al misterio y la belleza al culto católico, de la visión sacramental del mundo que nos permite reconocer y valorar la belleza de la creación como un preámbulo del nuevo cielo y la tierra nueva vislumbrada en el segundo libro de Pedro y en el Apocalipsis”.

El cardenal Levada recordó las palabras del Papa Benedicto XVI en un encuentro con el clero de la diócesis de Bolzano-Bressanone durante su visita a Estados Unidos hace dos años: “el arte y los santos son los más grandes apologetas para nuestra fe”.

Dijo también que lo más importante es “el testimonio de nuestras vidas como creyentes que ponemos nuestra fe en práctica trabajando por la justicia y la caridad, como seguidores que imitamos a Jesús, nuestro maestro”.

Aseguró que unir la visión de verdad, justicia y caridad “es esencial para garantizar que el testimonio y la acción no son algo pasajero sino que pueden hacer una contribución duradera para la creación de la civilización del amor”.

Ambiente de diálogo

El prefecto dijo que en la cultura actual es necesario un diálogo sobre “el significado y el propósito de la libertad humana”.

Señaló también cómo una nueva apologética “debe tener en cuenta el contexto ecuménico e interreligioso de cualquier diálogo sobre la fe religiosa en un mundo secular”.

El purpurado señaló también la necesidad de crear un diálogo “con la ciencia y la tecnología” y dijo que aunque muchos científicos hablan de su fe personal “sin embargo, la cara pública de la ciencia es decididamente agnóstica”.

“Seguramente el nuevo milenio ofrecerá nuevas oportunidades para expandir esta dimensión clave del diálogo entre la fe y la razón”, dijo, y aseguró que entre las preguntas que ahora requieren mayor atención “están la de la evolución en relación con la doctrina de la creación”.

El purpurado concluyó su conferencia asegurando que la apologética del siglo XXI no puede ser vista como una “misión imposible” y dijo que en una sociedad agnóstica, una condición esencial para que haya verdadero diálogo es “el deseo de conocer el otro en la plenitud de su humanidad”.


ROMA, viernes 30 de abril de 2010 (ZENIT.org).-







sábado, 24 de abril de 2010

Ataques a la Iglesia: nada nuevo bajo el sol



M.I./Diario Avennire (Milán)

«Hay casos de abusos sexuales que salen a la luz cada día contra un gran número de miembros del clero católico. Por desgracia ya no se puede hablar de casos individuales, sino de una crisis moral colectiva que quizá la historia cultural de la humanidad no ha conocido jamás en una dimensión tan aterradora y desconcertante. Numerosos sacerdotes y religiosos son reos confesos. No hay duda de que los miles de casos conocidos por la justicia representan sólo una pequeña fracción del número total y auténtico, desde el momento en que muchos abusadores han sido ocultados por la propia jerarquía».

¿Un editorial de un gran periódico laicista del 2010? No. Es un discurso del 28 de mayo de 1937 de Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich. Este discurso, de gran resonancia internacional, se sitúa en el cúlmen de la campaña lanzada por el régimen nazi para desacreditar a la Iglesia católica, implicándola en un escándalo de curas pedófilos. 276 religiosos y 49 sacerdotes fueron arrestados en 1937. Los arrestos se sucedieron en todas las diócesis alemanas, para poder tener escándalos siempre a mano en la primera página de los diarios.

En respuesta a la condena del nazismo
El 10 de marzo de 1937, con la encíclica Mit brennender Sorge («Con ardiernte preocupación», en alemán) del Papa Pío XI, condena la ideología nazi. Al final de ese mismo mes, el Ministerio de la Propaganda, guiado por Goebbels, lanza la campaña contra los abusos sexuales de sacerdotes. La programación y la gestión de esta campaña salió a la luz gracias a unos documentos cuya historia está a la altura de las mejores novelas de espionaje.

En 1937 el jefe del servicio de contraespionaje militar alemán es el almirante Wilhelm Canaris (1887-1945). Se convirtió poco a poco en antinazi y fue madurando en unas convicciones que lo llevaron a organizar el fallido atentado contra Hitler de 1944, por el cual sería colgado en 1945. Canaris desaprobaba las maniobras de Goebbels contra la Iglesia y encargó al abogado católico Josef Müller (1878-1979) llevar a Roma una serie de documentos secretísimos sobre el tema. Según diferentes testimonios, Müller -antes de ser arrestado e internado en el campo de exterminio de Dachau, al cual sobrevivirá convirtiéndose en la posguerra ministro de Justicia de Baviera- lleva los documentos secretos a Pío XII (1876-1958) que pide a la Compañía de Jesús que los estudie.

700 páginas denunciando el complot
Con la aprobación de la Secretaría de Estado, las investigaciones sobre el complot nazi contra la Iglesia fueron confiados al jesuita alemán Walter Mariaux (1894-1963) que después de haber animado en Alemania la organización antinazi Pauluskreis fue prudentemente enviado como misionero a Brasil y Argentina. Como dirigente de la Congregación Mariana ejerce toda su influencia en toda una generación de laicos católicos, entre los cuales estaría el pensador católico brasileño Plinio Correia de Oliveira, que frecuenta su grupo en San Pablo. Mariaux publica en 1940 en Londres en inglés y en Buenos Aries en español, con el seudónimo «Testis Fidelis», dos volúmenes sobre la persecución anticatólica en el Tercer Reich: más de 700 páginas de documentos comentados, que suscitaron una gran emoción en todo el mundo.

Pánico moral
La expresión «pánico moral» ha sido acuñada por parte de sociólogos en los años 70 para identificar una alarma social creada amplificando hechos reales y exagerando su numero a través de estadísticas folclóricas, «descubriendo» y presentando como «nuevos» unos hechos ya conocidos y pasados. En la base hay sucesos reales, pero es el número el que ha sido distorsionado. Aún sin saber nada de sociología moderna, Goebbels respondió a la encíclica Mit Brenndender Sorge con una operación de manual de creación de un pánico moral.

Como siempre ocurre con los pánicos morales, los hechos no son totalmente inventados. Antes de la encíclica, se dieron en Alemania algunos casos de abusos a menores. El propio Mariaux considera culpables a un religioso, un profesor laico, un jardinero y un bedel condenados en 1936, relevando en cabmio la sanción del Ministerio de Instrucción Pública de Baviera -la desautorización para gestionar institutos escolares a cuatro órdenes religiosas- es totalmente desproporcionada y se une a la volntad del régimen de descabezar las escuelas católicas. También en el caso de algunos franciscanos de Waldbreitbach, en Renania, Mariaux sigue abierto a la hipótesis de una culpabilidad de los acusados, aunque historiadores posteriores no excluyen un montaje nazi.

Los casos -pocos, aunque reales- habían determinado una firme reacción en el episcopado. El 2 de junio de 1936, el obispo de Münster, el beato Clemens August Von Galen, alma de la resistencia católica del nazismo, beatificado en 2005 por Benedicto XVI- hace leer en las mismas dominicales una declaración en la que expresa «el dolor y la tristeza» por los «abominables delitos» que «cubren de ignominia nuestra Santa Madre Iglesia». En Agosto del 36, después de los hechos de Waldbreitbach, el episcopado alemán publica una carta pastoral colectiva en la cual «condena severamente» a los responsables y subraya la colaboración de la Iglesia con los tribunales de Estado. A finales de 1936 las severas medidas tomadas -frente a los poquísimos casos, algunos de los cuales son dudosos.- los obispos alemanes parecen haber resuelto los problemas reales. Sumisamente, los obispos destacan que entre los maestros de las Escuelas de Estado y de lla propia organizacioón juvenil del régimen, la Hitlerjugend, los casos de condenas por abusos sexuales son mucho más numerosos que en el clero católico.

Instrucciones detalladas de Goebbles
Es la encíclica contra el nazismo de Pío XI la que determina la gran campaña de 1937. Mariaux lo prueba publicando unas instrucciones detalladísimas enviadas por Goebbels pocos días después de la publicación de la Mit brennender a la Gestapo, la policía política del Tercer Reich y sobre todo a los periodistas, invitados a «reabrir» los casos juzgados en el 36 y también episodios más antiguos, reproponiéndolos constantemente a la opinión pública. A la Gestapo, Goebbels le manda encontrar testimonios que acusen a un cierto número de sacerdotes, amenazándolos con arresto inmediato si no colaboran, aún cuando se trate de niños. La frase proverbial «hay un juez en Berlín» y que en la tradición alemana indica una confianza en la independencia de la magistratura de los poderosos de turno, vale, también -dentro de unos límites- con el Tercer Reich. De los 325 sacerdotes y religiosas arrestados tras la encíclica, sólo 21 fueron condenados.

Y con testimonios claros de que entre estos había varios inocentes calumniados. Casi todos terminaron en los campos de exterminio. El intento de descalificar a la Iglesia católica a escala internacional a través de acusaciones de inmoralidad y pedofilia a los sacerdotes, no saldrá adelante. Gracias a la valentía de Canaris y de sus amigos y a la persistencia del jesuita detective Mariaux, la verdad salió a la luz ya durante la guerra. La perfidia de la campaña de Goebbels suscitará más indignación que la culpabilidad de algunos religiosos. El padre de todos los pánicos morales en materia de sacerdotes pedófilos, le explotará en las manos a los propios propagandistas del nazismo que habían intentado organizarlo.





















domingo, 11 de abril de 2010

"La tela es un objeto del siglo I"



Barbara Frale, experta en la Sábana Santa y autora del ensayo La sindone di Gesú Nazareno, está entre quienes sostienen que las pruebas de carbono 14 de 1988, que dictaminaron que el lino es de origen medieval, son erróneas. Para ella, la tela es un objeto del siglo I.

Esta historiadora de 40 años, que desde 2001 trabaja en el Archivo Secreto del Vaticano -pero que destaca que su investigación fue "personal y privada"-, en efecto, logró descifrar trazos de escritura que hace 30 años fueron descubiertos en el sudario, y que según sus estudios corresponderían al certificado de defunción del cadáver que habría sido envuelto en él: Jesús Nazareno.

"Descubrí que los trazos de escritura que hay en la Sábana Santa, antes ilegibles, son en verdad parte de un certificado de sepultura escrito en latín, griego y hebreo que comienza: (I)esou(s) Nnazarennos (o)pse kia(tho) in nece(m) pz(o). Es decir: "Jesús Nazareno depuesto a la hora novena. Condenado a muerte en el año 16 de Tiberius". La hora novena es sobre todo un término legal: era la hora en la que para los hebreos termina el día y comienza el siguiente. Y el año 16 de Tiberio corresponde al año 30 d.C.", sostuvo Frale en una entrevista con LA NACION.

La reliquia, sobre la que la Iglesia nunca se ha pronunciado, es objeto de arduas disputas científicas. Mientras que muchos historiadores se apoyan en las pruebas de carbono 14 para datar el lienzo entre 1260 y 1390 DC, otros creen que la tela efectivamente envolvió el cadáver de un hombre flagelado, coronado de espinas y crucificado, en coincidencia con las narraciones de cuatro evangelios.

-¿Qué piensa de las pruebas de carbono 14 que concluyeron en 1988 que la Sábana era medieval?

-Que ese resultado es erróneo. La ciencia funciona por aproximación, y el problema del carbono 14 (C14) es que se dio por absoluto un resultado que en realidad era un simple experimento. El C14 funciona en forma relativa, es un método que no es apto para los tejidos, no es confiable.

-Tres laboratorios hicieron el experimento y los tres obtuvieron resultados similares?

-Sí, pero la prueba del C14 no es como el termómetro, donde se obtiene una medición precisa y directa. Y la Sábana Santa está muy contaminada. Tan contaminada que sólo en el fragmento de 6 centímetros sobre el que se hicieron las pruebas del C14 se obtuvieron fechas con 300 años de diferencia. Imagínese en 4 metros las diferencias que puede haber? Además, son numerosas las pruebas que demuestran que la Sábana Santa es un objeto del siglo I.

-¿Por ejemplo?

-El tejido no sólo es igual a los de la época romana, sino que además tiene un remiendo realizado con una técnica muy complicada, de "falso dobladillo", de la que en toda la historia del tejido sólo poseemos otro ejemplo: el de un lino encontrado en Masada, la fortaleza judía destruida por los romanos en el año 73. Por no hablar de que en la Sábana Santa se ha encontrado polen de especies vegetales que se extinguieron hace 2000 años?.

-¿Cómo se sabe que los trazos de escritura que usted descifró datan del siglo I?

-Por su forma. La escritura, como los vestidos, sigue unas modas. Y los trazos de la Sábana Santa son iguales a los de los papiros de la época de Tiberio y a las inscripciones encontradas en Pompeya y Herculano.

-¿Y no podrían ser una falsificación?

-Sí, pero es difícil. Le explico: antiguamente, y para darle solidez y estabilidad, la tinta contenía metales, que producen iones. Los escritos que aparecen en la Sábana Santa se han creado mediante un proceso físico-químico de transferencia de iones de hierro, un proceso que para que se produzca suelen ser necesarios entre 30 y 50 años. Seguramente, cuando el personaje de la Sábana Santa murió, su cuerpo fue envuelto en el sudario y en el mismo fue pegado, con agua y harina, un documento jurídico en el que se especificaba quién era. Y son los iones de ese documento los que se habrían transferido a la Sábana. Además, tenga en cuenta que muchos de los caracteres no se ven a simple vista, sino que, como mínimo, es necesario hacer una fotografía de la Sábana Santa y observarlos en el negativo. Y sabemos que la Sábana Santa no ha sido manipulada al menos desde 1353. ¿Quién y por qué iba a hacer una falsificación de algo que no iba a detectarse hasta la aparición de la fotografía 600 años después? Me parece absurdo.

La Nación, 11-4-10

sábado, 10 de abril de 2010

Llamado a la Verdad


Llamada de intelectuales, periodistas, artistas y personalidades de la sociedad civil de Francia, cristianos o no cristianos. Ya fue firmada por 26.000 personas.

Llamada

Los casos de pedofilia en la Iglesia son, para todos los católicos, una fuente de pena profunda y de dolor extremo. Los miembros de la jerarquía de la Iglesia tuvieron, en algunos casos, graves deficiencias y fracasos, y saludamos al Papa por la voluntad de esclarecer estos casos.


Con los obispos, y como miembros de la iglesia, los laicos católicos asumen el peso de los delitos de algunos sacerdotes y de las fallas de sus superiores, y se colocan con firmeza, como Cristo lo indica, del lado de los más afectados por estos crímenes, es decir, las víctimas, al tiempo que ruegan por los culpables.


En cuanto a nosotros, esperamos con todo nuestro corazón que toda la verdad surja y con el concurso de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, se discuta en la Iglesia católica con calma y fraternalmente, todo lo que a hecho posible que se cometan estas ofensas contra Cristo.


Al mismo tiempo, lamentamos la escalada y la sobre oferta ofrecida por los medios de comunicación, que acompaña a estos casos. Más allá del derecho a la información, legítimo y democrático, no podemos sino observar con tristeza, no solo como cristianos sino también como ciudadanos, que muchos medios de comunicación en nuestro país (y Occidente en general) tratan estos casos con parcialidad, desconocimiento o con placer. Ente atajos y generalizaciones, el retrato de la Iglesia que se hace actualmente en la prensa no se corresponde con la experiencia de los cristianos católicos.


Al tiempo que reiteramos nuestro horror por el crimen de los sacerdotes pedófilos y nuestra solidaridad con las víctimas, instamos a los medios de comunicación a una ética de la responsabilidad, que pasa por un tratamiento más ético de estos casos. El fenómeno de los medios de comunicación fuera de control no está reservado solamente a la iglesia, pero por este nosotros nos sentimos cansados y maltratados. Pensamos en tantos sacerdotes que llevan y transmiten, a veces en soledad, el mensaje de Cristo. Estamos con ellos.


Acogemos con beneplácito la carta de los obispos de Francia al Papa Benedicto XVI, y deseamos ver salir a la Iglesia Católica con serenidad y responsabilidad de esta terrible experiencia dolorosa.


Este llamamiento fue lanzado por iniciativa de François Taillandier (écrivain), Frigide Barjot (parodiste), Natalia Trouiller (journaliste et blogueuse), Koz (blogueur et avocat), François Miclo (philosophe).


31 de marzo de 2010

domingo, 21 de marzo de 2010

La contribución de Galileo a la Iglesia



Por Joseph A´Hearn


Galileo seguramente no fue un mártir de la ciencia. De hecho, se equivocó en aspectos importantes. Hoy sabemos que la influencia de la gravedad de la Luna y del Sol es lo que causa las mareas y no el movimiento de la Tierra. Sabemos que el Sol no es el centro del universo, sino una estrella más en la Vía Láctea, que gira en torno al núcleo de nuestra galaxia, la cual a su vez también se mueve.

No digamos tampoco precipitadamente que Galileo no contribuyó a la ciencia. Aunque no haya acertado en todas sus teorías, es claro que contribuyó notablemente al progreso científico. Incluso se le conoce como el fundador de la ciencia moderna. Su contribución en el campo de la astronomía consiste sobre todo en sus observaciones astronómicas con diversos telescopios que él mismo construyó. Galileo vio la aspereza de la superficie de la Luna, cuatro satélites de Júpiter, manchas solares, las fases de Venus, estrellas que son invisibles a simple vista, y nebulosas. Galileo sabía que otros astrónomos llevarían más lejos estas observaciones, pero él fue el primero que dirigió un anteojo hacia los cielos y causó una reacción en cadena de descubrimientos astronómicos.

Lo que no se suele considerar es cómo ayudó Galileo a la Iglesia, sobre todo a entender la armonía entre la fe y la razón, no sólo en las teorías de los escolásticos, sino en la práctica de los descubrimientos actuales. Sin embargo, ¿no fueron eclesiásticos de la Iglesia católica quienes le condenaron a un arresto domiciliario y le prohibieron divulgar la doctrina copernicana? Para entender sus contribuciones, es preciso conocer el contexto histórico y cultural y la relación entre Galileo y la Iglesia. No me extiendo a desarrollar toda la historia precedente, sólo pretendo mencionar algunas consideraciones necesarias.

Copérnico había muerto en 1543, y ese mismo año se publicó su libro De Revolutionibus, declarando que el Sol era el centro del universo, y que todo giraba alrededor del Sol. Andreas Osiander recibió de las manos de Copérnico (que ya estaba en su lecho de muerte) el texto del De Revolutionibus, para que lo publicara. Sin embargo, Osiander decidió primero escribir un prefacio al libro al parecer sin la autorización de Copérnico. Según este prefacio, la hipótesis copernicana no trataba de la realidad del universo, sino solamente de un método matemático alternativo para hacer predicciones.

Por eso, Osiander decía que no hacía falta tomar la hipótesis copernicana en serio. Es por esto que los eclesiásticos no condenaron el copernicanismo sino hasta el año 1616, cuando algunos astrónomos sí comenzaron a tomarlo en serio. La explosión de una supernova en 1604 puso en tela de juicio la doctrina tolemaica de la incorruptibilidad de los cielos. La duda aumentó cuando las observaciones que Galileo comenzó a hacer en 1609 mostraban que algunos objetos celestes no daban vueltas alrededor de la Tierra.

La posibilidad de que las doctrinas de Copérnico resultaran correctas pareció sacudir los fundamentos de la teología cristiana, que según muchos teólogos estaría ligada a la cosmología aristotélica. Aristóteles, Tolomeo, santo Tomás de Aquino y muchos grandes pensadores y astrónomos habían considerado la Tierra como el centro del universo. Durante muchos siglos reinó la teoría de los cuatro elementos del mundo sublunar y del éter para el mundo más allá de la Luna. La Sagrada Escritura, al parecer, también apoyaba el geocentrismo. No cabía en la mente de los eclesiásticos que la Escritura o santo Tomás o Aristóteles se pudieran equivocar en esto.

Además nuestra experiencia nos dice que la Tierra no se mueve. En la edad de la contrarreforma, ¿quién era Galileo para poner en jaque una doctrina creída durante tantos siglos? Ni siquiera había recibido las órdenes menores como Copérnico ni había estudiado teología como los jesuitas que le contradecían. Galileo era oficialmente el primer matemático del Gran Duque de Toscana. Era un puesto importante y respetado. Sin embargo, tal posición no le permitía meterse en la teología como experto.

Los eclesiásticos tampoco podían negar los hechos. Algunos, como el jesuita Clavio, dedicaron el resto de su vida a explicar cómo los fenómenos recién observados serían compatibles con la doctrina aristotélica. Otros, como Cristóforo Borro, estudiaban la hipótesis de Tyco Brahe, que decía que los planetas giraban en torno al Sol, y el Sol, a su vez, giraba en torno a la Tierra. Los eclesiásticos llegaron a ver sin mucha dificultad que los cielos eran corruptibles, pero la doctrina del geocentrismo permanecía intocable.

Permitían que se hablara del heliocentrismo como medio para calcular las posiciones de los astros, pero no como explicación de la realidad. Sin embargo, Galileo insistía. Fue entonces cuando surgió la necesidad de una aclaración.

1616 fue el año del primer juicio sobre el copernicanismo. Se condenaron tres libros que apoyaban la tesis copernicana. Dos de ellos solamente se suspendieron hasta que se corrigiesen. El nombre de Galileo ni siquiera se mencionó en el proceso. El cardenal Bellarmino, uno de los teólogos más renombrados de la Iglesia de entonces, solamente amonestó a Galileo para que no defendiese la teoría copernicana. Galileo acató y pidió un certificado de tal amonestación al cardenal Bellarmino, quien se lo concedió.

Galileo era amigo del Cardenal Maffeo Barberini y había ayudado a su sobrino Francesco Barberini a obtener su doctorado en la universidad de Pisa. Cuando Maffeo Barberini fue elegido Papa en 1623, elevó a su sobrino al Colegio de Cardenales. Otros dos amigos de Galileo eran eclesiásticos en puestos importantes, Giovanni Ciampoli y Virginio Cesarini.

Sin embargo, Galileo se hizo adversario de los jesuitas, primero de Orazio Grassi por su disputa sobre los cometas y, más tarde, de Cristóforo Scheiner, por la disputa sobre las manchas solares. Scheiner, además, decía que si el geocentrismo se mostrara falso, entonces habría que ser más prudente y adherirse a la alternativa de Tyco Brahe, que no contradecía las Escrituras.

Galileo consiguió un imprimatur en el año 1632 para su Diálogo, pero sin avisar que le habían amonestado en 1616. Algunos meses después, el Papa lo mandó llamar a Roma.

Galileo no fue un hereje, pero tampoco fue un santo. No fue ejemplar en su vida personal, que no vamos a considerar, ni en su modo de responder a los juicios prudentes de la Iglesia. Después de exigir que se interpretara la Sagrada Escritura no de modo literal, sino de modo alegórico, citó la frase famosa de Baronio: “Spiritui Sancto mentem fuisse nos docere quomodo ad caelum eatur, non quomodo caelum gradiatur”, como si nada en la Biblia tuviera autoridad sobre el mundo físico.

Después intentó mostrar cómo la Sagrada Escritura apoyaba la teoría copernicana. Además, mientras exigía que el primer criterio de nuestro conocimiento fuera la observación empírica y que la Sagrada Escritura se debiera conformar con estas observaciones, no mostró pruebas reales a favor del copernicanismo. Estas pruebas no se producirían sino hasta bastante tiempo después: la del paralaje estelar en el año 1837, demostrada por Bessel; la del péndulo en el año 1851, demostrada por Foucault. Así que Bellarmino tenía mucha razón cuando le dijo a Galileo que considerara el sistema copernicano como una hipótesis mientras no contara con pruebas demostrativas irrefutables a su favor.

Tampoco fue prudente Galileo en la publicación de algunas de sus obras. En su Diálogo presentó en boca de Simplicio, el aristotélico ridículo, el argumento que el Papa Urbano VIII le había dicho personalmente sobre la imposibilidad de certeza en las teorías científicas. Decía Simplicio que si nosotros tratáramos de explicar el movimiento de la Tierra por las mareas, estaríamos limitando la divina potencia y sabiduría. Dios podría “conferir al elemento del agua el movimiento recíproco”, pues Dios es omnipotente, mientras que nuestras explicaciones tienen sus límites. Galileo testificó que no se dio cuenta, pero al Papa le molestó. Además, después de su condena, Galileo permitió la traducción al latín y la publicación de su Diálogo en Alemania. Así que no cumplió con fidelidad su juramento de 1633.

Eso no quiere decir que no haya dejado su huella tanto en la ciencia como en la Iglesia católica, de la que siempre formó parte. Galileo tuvo razón en parte respecto a la interpretación de las Escrituras. Según algunos eclesiásticos, los Padres de la Iglesia habían sido unánimes en la interpretación literal de los pasajes de la Biblia que se referían al movimiento del Sol y de la Tierra, y debían seguirse a ojos cerrados, pues el Concilio de Trento dio este criterio: “En materia de fe y de moral nadie según su propio juicio y que distorsione las Escrituras según sus propias concepciones se ha de atrever a interpretarlas de modo contrario al sentido que la Santa Madre Iglesia ha tenido y tiene, o de modo contrario al acuerdo unánime de los Padres, aunque tales interpretaciones nunca hayan sido publicadas”. Sin embargo, los Padres no habían sido unánimes. Galileo utilizó casi los mismos principios exegéticos que empleó san Agustín en su comentario a la Génesis (De Genesi ad litteram). Pero además no se trataba propiamente de una cuestión de fe o de moral, sino de una cuestión científica.

La Iglesia católica ha aprendido del caso Galileo esa lección de criteriología y de prudencia. En cuanto a criteriología, Juan Pablo II reconoció en su discurso del 31 de octubre de 1992: “En realidad, la Escritura no se ocupa de los detalles del mundo físico, cuyo conocimiento está confinado a la experiencia y los razonamientos humanos”. En cuanto a prudencia, en el mismo discurso el Papa había citado una carta de san Roberto Bellarmino al Padre Foscarini: “ante eventuales pruebas científicas […] «mejor decir que no lo comprendemos, en vez de afirmar que lo que se demuestra es falso»”.

Es por eso que, por ejemplo, el Magisterio de la Iglesia no se ha pronunciado sobre la existencia de los extraterrestres. La ciencia está descubriendo cada vez más qué tan difícil sea el cumplir todas las condiciones para que haya vida en un planeta, y la Biblia nos dice que Jesús murió una vez para siempre por la salvación de la humanidad. Sin embargo, la cuestión de la posibilidad de la existencia de la vida en otro planeta queda abierta. Quién sabe si algún día se descubrirá que existen formas de vida extraterrestre. Aplicando lo que dijo Bellarmino en la carta ya citada a esta posibilidad: “entonces sería necesario andar con mucha consideración en explicar las Escrituras que parecen contrarias”.

“La Sagrada Escritura no puede jamás equivocarse”, escribió Galileo en su carta a Benedetto Castelli. Y es verdad, pues la razón y la fe no se contradicen jamás. Son dos fuentes distintas para el conocimiento de la verdad, si bien tienen algunos puntos en común. La posibilidad de esta relación entre la ciencia y la fe es precisamente otra lección que se ha aprendido gracias a Galileo.

La Iglesia católica nunca ha sido enemiga del desarrollo científico. Basta tomar en cuenta que varios pioneros de las ciencias fueron sacerdotes católicos: Gregor Mendel, Georges Lemaître, Pierre Gassendi y san Alberto Magno, por poner algunos ejemplos, entre tantos otros que se podrían citar.

“La fe y la razón son como dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva a la contemplación de la verdad” (Fides et ratio, introducción). A la luz de lo que hemos visto, Galileo no debería ser considerado signo de contradicción, sino más bien de unión entre la ciencia y la fe.

“Santo Tomás Moro”
Centro de Estudios Políticos y Sociales

lunes, 8 de marzo de 2010

Celibato sacerdotal


¿Es psicológicamente peligroso el celibato sacerdotal?


Entrevista con el Aquilino Polaino Lorente, profesor de psicopatología



El pasado viernes culminó, en la Pontificia Universidad de la Santa Croce de Roma, el congreso “El celibato sacerdotal: teología y vida”, organizado por la facultad de teología de esta institución y patrocinado por la Congregación para el Clero, a propósito del Año Sacerdotal.

Una de las ponencias más aplaudidas por sus asistentes, compuestos mayormente por diáconos y sacerdotes, fue la denominada “La realización de la persona en el celibato sacerdotal” del profesor español Aquilino Polaino Lorente.

Polaino es médico de la Universidad de Granada. Posteriormente estudió psicología clínica en la Complutense se Madrid. Es doctor en Medicina de la Universidad de Sevilla. También es licenciado en filosofía de la Universidad de Navarra. Ha ampliado sus estudios en diversas instituciones de educación superior europeas y americanas. Desde 1978 hasta 2004 fue catedrático de Psicopatología en la Universidad Complutense de Madrid y actualmente es docente de la misma materia en la Universidad de San Pablo en la capital española.

Ha escrito numerosos artículos y libros, especialmente sobre los problemas psicológicos infantiles y juveniles así como los familiares. Es miembro de academias de medicina de varias ciudades españolas, colaborador de multitud de organismos y por su trabajo y su bagaje intelectual ha recibido varias distinciones.

ZENIT entrevistó al profesor Polaino quien en su ponencia explicó cómo una correcta visión de la sexualidad, donde se deben integrar el amor, la apertura a la vida y el placer puede entender también el sentido del celibato al que son llamadas algunas personas para ser más disponibles para el apostolado y para vivir el amor universal.

“Dios no pide cosas imposibles a quien llama a su servicio”, dijo en su intervención refiriéndose al tema central del congreso.

-¿Es psicológicamente peligroso el celibato sacerdotal?

Aquilino Polaino: No es nada peligroso porque quizás se compadece muy bien con lo que es la estructura antropológica realista de la condición humana. Tiene sus dificultades como es lógico puesto que la naturaleza humana está un poquito deteriorada y caída y hay que integrar todas las dimensiones. A mí me parece más peligroso el comportamiento sexual abierto, no normativo en que todo vale, creo que eso tiene consecuencias más desestructuradoras de la personalidad que el celibato bien vivido en plenitud, sin rupturas o quebrantos.

-¿Qué medios debe poner el sacerdote para ser fiel al voto de celibato durante todos los días de su vida?

Aquilino Polaino: La tradición de la Iglesia tiene multitud de consejos que se pueden poner en práctica y que son eficaces, por ejemplo la guarda de corazón y la guarda de la vista. Lo que no se ve no se siente. Tampoco hay que ir mirando al suelo pero se puede ver sin mirar. Eso asegura la limpieza del corazón y además la vivencia del primer mandamiento que es amar a Dios sobre todas las cosas. En una olla que está a presión no entran moscas. Un corazón satisfecho no anda con mezquindades ni con fragmentaciones.

-¿Cree usted que la cultura hedonista de este nuevo siglo tan difundida en los medios de comunicación influye en el hecho que algunos sacerdotes no sean fieles al voto del celibato?

Aquilino Polaino: Es posible, porque la fragilidad de la condición humana también la tienen los sacerdotes. Yo creo que hay que fijarse más en el inmenso número de sacerdotes fieles a su vocación. Lo excepcional también se da en la vida sacerdotal pero es excepcional. Aunque periodísticamente sea muy correcto ir a la excepción, no podemos ser ciegos a la inmensa mayoría de sacerdotes que son leales, que viven su vocación a plenitud, que son felices, de los cuales el mundo le debe la felicidad. Eso hay que ponerlo en énfasis.

-¿Una recta visión de la sexualidad puede dar una recta visión de la vida célibe?

Aquilino Polaino: Sí. Creo que la sexualidad hoy es una función muy confusa, es una facultad sobre la que hay más errores que puntos de acuerdo con lo que es la naturaleza humana y quizás es un programa para enseñar e impartir en todas las edades porque como es uno de los ejes fundamentales de la vida humana, si no está bien atendido, si la gente no está bien formada, lo que vivirá es la confusión reinante. Eso afecta tanto a seminaristas como a gente joven o como a los novios que se van a casar. Esa educación hoy es una educación para la vida. Es una materia que a veces se enseña mal porque se enseñan los errores y eso es confundir todavía más en vez de explicar esa materia con un rigor científico que tenga fundamento en la naturaleza humana.

-¿Qué significa que el sacerdote esté llamado a ser padre espiritual?

Aquilino Polaino: Creo que eso es uno de los temas en los que poco se ha profundizado. La paternidad espiritual también la tienen que vivir los padres biológicos y muchos de ellos no han oído hablar de eso nunca. La paternidad espiritual es, en cierta manera, vivir todas las obras de misericordia, consolar a triste, redimir al cautivo, ser hospitalario, afirmar al otro en lo que vale, evitarle los problemas, animarle y motivarle para que crezca personalmente, estimularle la aparición de valores que ya tiene porque le han venido con su naturaleza pero tal vez no han sabido encontrarlos ni hacerlos crecer. Creo que este mundo está huérfano de esa paternidad y esa maternidad espiritual y creo que es una dimensión que el sacerdote casi sin darse cuenta de lo que hace ya la vive.

-¿La vida célibe puede hacer más fecunda esta paternidad espiritual?

Aquilino Polaino: Necesariamente sí porque hay más tiempo y más disponibilidad, si el objetivo final es la unión con Dios la paternidad espiritual cobra más sentido porque es la mejor imagen de la paternidad divina en el mundo contemporáneo por tanto está como mediador y en la medida en que viva la filiación divina también vivirá muy bien la paternidad espiritual.

Por Carmen Elena Villa

ROMA, lunes 8 de marzo de 2010 (ZENIT.org),-


sábado, 20 de febrero de 2010

Sacerdotes en el mundo digital



El cuadro de Caravaggio “Los discípulos de Emaús” representa la escena que cuenta el evangelio de San Lucas: el momento en que al partir el pan “se les abrieron los ojos y le reconocieron” (Lc 24, 31). El gesto de Jesús, con su rostro iluminado, provoca el asombro de los dos discípulos que le flanquean: el de la izquierda tuerce el codo para apoyarlo en la silla, como para levantarse por la estupefacción; el de la derecha, también atónito, extiende sus brazos repentinamente casi en forma de cruz. Mientras tanto, el posadero, de pie a la izquierda de Jesús, observa con atención, pero no comprende lo que sucede: ni el gesto de Jesús ni el asombro de sus discípulos. Viene a ser como un “gentil” interesado que quizá se pregunta por quién y qué está haciendo ese “desconocido.”
Rememorando la gran explanada que rodeaba al templo de Jerusalén, Benedicto XVI expresó, en su discurso a la Curia romana el 21 de diciembre, la conveniencia de que en la Iglesia se abriera algo así como un “patio de los gentiles”, como un espacio previo al santuario en que se adora a Dios. Manifestaba de este modo su preocupación por los “buscadores de Dios”, por aquellos que en otra ocasión ha llamado: los que podrían aceptar a Dios al menos como “el Desconocido”. A la vez, espoleaba a los creyentes a buscar fórmulas de acercamiento, abriendo las puertas a tantas personas que, por diversos motivos, no se han encontrado aún con Cristo.
En su recién publicado mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales (que se celebrará el 16 de mayo de 2010), vuelve sobre aquella comparación. Sugiere que el mundo digital puede ser uno de esos lugares o umbrales por los que puedan entrar los buscadores de Dios, con tal de que esos espacios estén, en efecto, abiertos: “Quizá sea posible imaginar que podamos abrir en la red un espacio –como el ‘patio de los gentiles’ del Templo de Jerusalén – también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido”.
Con todo, la mayor novedad del mensaje es que se dirige a los sacerdotes. Nada extraño si se tiene en cuenta que estamos en un Año sacerdotal. Los nuevos medios ofrecen “al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra”. No sólo es una oferta de posibilidades, sino una clara invitación a que los sacerdotes los utilicen para su labor evangelizadora. “Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal”.
Insiste el Papa en que “con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio de una ‘nueva historia’, porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra”.
Posibilidad importante, útil, acuciante, comprometida, llamada que exige esfuerzo. Esto es una gran verdad. Cuántas veces ante el ordenador, el sacerdote se preguntará si vale o no la pena escribir sobre aquello que, sin embargo, le viene una y otra vez a su espíritu, quizá como señal de que Dios le pide ese “esfuerzo suplementario” de sacar el tiempo cuando parece que ya no queda más tiempo.
Claramente se advierte que no se trata de estar presentes por estar presentes en la red, sino de un instrumento que pueden y deben usar para su ministerio. Así –afirma– “deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis”.
Tres condiciones apunta para esta tarea: “un uso oportuno y competente de tales medios”; “una sólida preparación teológica”; y “una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante diálogo con el Señor”.
Por tanto estamos ante una posibilidad fascinante y al mismo tiempo un reto, porque nadie da lo que no tiene. Pero sobre todo hay, en el texto, una exhortación a echar la red en el mar digital. Y no como quien pide un favor, sino que al sacerdote “le corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro tiempo ‘digital’ los signos necesarios para reconocer al Señor; darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral”.
De este modo, deduce con expresión antológica, “la Palabra podrá así navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y decir de nuevo: ‘Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos’ (Ap 3, 20)”. Benedicto XVI escribe todo esto con seguridad, como quien nos dijera: “Echad la red a la derecha de la barca, y encontraréis”. Es lógico, porque el sacerdote vive con su mundo y en él está llamado a ejercer su tarea. Como un Caravaggio actual, puede representar, de muchas maneras, el asombroso y único acontecimiento de Cristo.

Ramiro Pellitero,
Instituto Superior de Ciencias Religiosas,
Universidad de Navarra

(publicado en www.religionconfidencial.com, 26-I-10)

jueves, 7 de enero de 2010

Historia y Salvación. La veracidad histórica del Evangelio



Diana Armas Dueñas.

Ensayista. Instituto Miguel de Cervantes.


“La conciencia es la presencia de Dios en el hombre”. Víctor Hugo.

a) EL EVANGELIO

El evangelio, compendio de la palabra de Dios, contiene un sistema de leyes por cuya obediencia se nos asegura prepararnos para conseguir estar en comunión con Dios, con nosotros mismos y con los que nos rodean; encontrando, así, su núcleo en una de las obras literarias más importantes del mundo, conservada a lo largo de los siglos y leída por todo tipo de personas, tanto creyentes como no creyentes, y valorada como una gran obra literaria “La Biblia”. Con su lectura podemos recibir la verdad, y saber en lo más íntimo de nosotros, que el Evangelio es el plan de Dios para la salvación, la invitación y la puerta para cada uno de nosotros, para conseguir la felicidad total, para descubrir todos los misterios que rondan en nuestra mente, a lo largo de nuestra vida, comprendiendo todos los “por qué”, y llegando a ese estado de plenitud absoluta que tanto buscamos.


Se nos da la oportunidad de rectificar nuestros errores, siguiendo nuestra fe. Así pues, existe toda verdad para la salvación de los hombres, encerrada en el Evangelio de Dios, para nuestro beneficio y enseñanza, para incrementar nuestro conocimiento de los principios divinos; conocimiento que engloba toda realidad y verdad. Nos enseña que toda verdad corresponde a todo lo divino. La verdad ha perdurado más allá del error. Como dijo Jesucristo: “La verdad os hará libres”.


A lo largo de los tiempos, se han establecido varias raíces en el cristianismo, variedad de iglesias que crecen o desaparecen, personas que han muerto con un testimonio de la palabra de Dios y personas que le han dado la espalda; más el evangelio siempre perdura porque la verdad, tarde o temprano; triunfa, observando a su alrededor que todo lo demás, tarde o temprano perece. ¡Qué fácil es vivir conforme a la verdad!. Pero, ¿pensamos en esto?, la mayoría de las veces no lo pensamos siquiera, porque pensamos que es imposible, que es difícil, prácticamente imposible, siendo necesario darnos una oportunidad, o mejor dicho un voto de confianza en nosotros mismos, intentar esforzarnos por ser mejores, tratando de ser como esperamos que los demás sean con nosotros.

Como advirtió J. Ratzinger: “El mal adquiere poder precisamente a través de la libertad del hombre, configurando sus propias estructuras. Hay formas del mal que presionan al hombre y pueden bloquear su libertad, llegando incluso, a levantar un muro que impida la penetración de Dios en el mundo. Pero Dios no venció al mal en Cristo en el sentido de que este ya no pueda poner a prueba la libertad del hombre; sino que Dios se ha ofrecido a tomarnos de su mano y a guiarnos, pero sin obligarnos” [1].

b) JESUCRISTO


“Estando desposada María su madre con José, se halló que había concebido del Espíritu Santo. He aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños y dijo: José hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque el salvará a su pueblo de sus pecados.” San Mateo 1:18-21.


Podemos encontrar la vida de Jesucristo, recopilada en la Biblia, específicamente en el nuevo testamento, empezando en el evangelio de San Mateo, en el cual se encuentra su genealogía, el nacimiento de Jesucristo, predicación de Juan el Bautista, el bautismo de Jesucristo, sus parábolas, sus milagros, su captura y su muerte, tenemos el testimonio de varios evangelistas, que en su día tuvieron el gran privilegio de tener fe en Dios, y sentir la guía del Espíritu Santo, para poder plasmar sus obras en un libro que ha perdurado a lo largo de los siglos, para darnos lo necesario para llegar a ser salvos y volver a la presencia de nuestro Dios.


Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista para cumplir con toda justicia y darnos la oportunidad de conocer la puerta de la salvación, el primer paso para caminar, de la mano de Dios en el largo y estrecho camino de la palabra de Dios, siendo Jesucristo un ser tan puro, inocente y lleno de amor por cada uno de nosotros, tenía la necesidad de ser bautizado, cuan aún mayor es nuestra necesidad, ya que somos seres imperfectos, pecadores y llenos de imperfecciones, más Dios es justo y es por eso, que todos somos iguales ante sus ojos, es tan grande su amor, que nos fue enviado un ejemplo perfecto para saber el camino a seguir. Nos enseñó también la necesidad de la oración: “mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. San Mateo 6:6.


Dándonos así, la oportunidad de comunicarnos con Dios, dando gracias por sus bendiciones, confesando nuestras faltas y claro está, la satisfacción de comunicarnos abriendo nuestro corazón y sintiendo su presencia a nuestro lado a lo largo de nuestra vida, con la guía del Espíritu Santo.

Todo esto y el testimonio de varias personas a lo largo del tiempo nos han ayudado a conocer la verdad, a ser libres de elegir el camino a seguir, defendiendo lo que somos, lo que queremos llegar a ser y lo que esperamos que conozcan nuestras futuras generaciones, por esto, podemos ver que no solo las personas creyentes tienen certeza de la existencia de Jesucristo, sino también no creyentes, que testifican de él.

Los historiadores romanos mencionan claramente a la persona de Jesucristo en diversas oportunidades en sus escritos; reflejando que se vieron obligados en la necesidad de explicar quién había sido este personaje, ya que, había suscitado seguidores que habían llegado incluso a la ciudad de Roma y ya estaban dando que hablar estas fuentes históricas expresan su referencia a Cristo asumiendo su existencia como un hecho histórico real y no una leyenda o una invención de los mismos ligado a la doctrina predicada por Jesucristo.

1.-CORNELIO TÁCITO (c.56-117)

Escribió sobre el reinado de Nerón, narrando el incendio de la ciudad de Roma y mencionando la muerte de Jesucristo y haciendo mención de la existencia de los cristianos en Roma. Así lo relataba: “Pero nada del alivio que pudiera provenir del hombre, ninguno de los dones que pudiera impartir el príncipe, ni los muchos sacrificios expiatorios que pudieran ser presentados a los dioses, podrían haber tenido valor para disculpar a Nerón de la infamia que significaba el que se le creyera ser el que había ordenado la conflagración, el incendio de Roma. Por tanto, para suprimir el rumor, él cargó falsamente a las personas comúnmente llamadas cristianos con la culpa, y los castigó con las más refinadas torturas, atrayendo sobre ellos el aborrecimiento de todos por sus iniquidades. Cristo, el fundador del nombre había sido ajusticiado por Poncio Pilato, procurador de Judea en el reino de Tiberio: pero la superstición perniciosa, reprimida por un tiempo, volvió a hacer irrupción, no solamente a través de Judea, donde tuvo su origen este error, sino también por toda la ciudad de Roma” [2].

2.-SUETONIO (c. 70- c. 130)

Oficial de la corte en tiempos de Adriano, escribió los anales de la Casa Imperial, escribió: “Como los judíos estaban provocando continuos disturbios bajo la instigación de Chrestus , los expulsó de Roma”. Vida de Claudio 25.4 Asimismo señalaba que “el castigo ordenado por Nerón recayó sobre los cristianos, una clase de hombres entregados a una superstición nueva y perjudicial” [3]. Vida de Nerón, 26.2

3.- PLINIO EL JOVEN

Gobernador de Bitinia en Asia Menor (112 D. C.), pidió consejo al emperador Trajano de cómo tratar a los cristianos. Tras ejecutar a hombres y mujeres, niños y niñas de esta confesión, él se preguntaba si debería continuar matando a todo el que fuese cristiano, o si debería matar solamente a unos pocos. Hacía que los cristianos se inclinaran ante las estatuas de Trajano, también dice: “los hizo maldecir a Cristo, algo a lo cual no puede inducirse a ningún verdadero cristiano”. Por ello hablaba de la gente sometida a juicio que: “afirmaban, sin embargo, que toda su culpa, o error, consistía en que tenían el hábito de reunirse en cierto día fijo antes de que amaneciera, y que allí cantaban en versos alternados un himno a Cristo como a un Dios, y que se sometían a un juramento solemne, y no a hechos malvados de ninguna clase, sino mas bien a nunca cometer fraude, robo, adulterio, a nunca falsear su palabra, ni a negar algo que se les hubiera confiado cuando fueran llamados a dar cuenta de ello” [4].

4.-LUCIANO

Escritor satírico que habla con desdén de Cristo y de los cristianos, vinculándolos con las sinagogas de Palestina: “…el hombre que fue crucificado en Palestina por haber introducido este nuevo culto en el mundo… Aun más, el primer legislador que ellos tuvieron les persuadió de que todos ellos eran hermanos unos de otros, después de haber transgredido de una vez por todas negando los dioses griegos y adorando a aquel sofista crucificado y viviendo bajo sus leyes”.

5.- FLAVIO JOSEFO (37- c. 101)

Este autor romano-judío narró lo siguiente: “ahora, había alrededor de este tiempo un hombre sabio, Jesús, si es que es licito llamarlo un hombre, pues era un hacedor de maravillas, un maestro tal que los hombres recibían con agrado la verdad que les enseñaba. Atrajo a sí a muchos de los judíos y de los gentiles. Él era el Cristo, y cuando Pilato, a sugerencia de los principales entre nosotros, le condenó a ser crucificado, aquellos que le amaban desde un principio no le olvidaron, pues se volvió a aparecer vivo ante ellos al tercer día; exactamente como los profetas lo habían anticipado y cumpliendo otras diez mil cosas maravillosas respecto de su persona que también habían sido preanunciadas. Y la tribu de cristianos, llamados de este modo por causa de él, no ha sido extinguida hasta el presente” [5]. Antigüedades Judías XVIII.33.

6.-CARTA DE MARA BAR-SERAPIO

Existe en el Museo Británico un manuscrito que preserva una carta escrita por Mara Bar-Serapio a su hijo Serapio, mostrándole como ejemplos las muertes de Sócrates, Pitágoras y Cristo:“¿qué ventaja obtuvieron los atenienses con la muerte de Sócrates? Hambruna y plaga vinieron sobre ellos como juicio por su crimen. ¿Qué ventaja obtuvieron los hombres de Samos al quemar a Pitágoras? En un momento su tierra se vio cubierta de arena. ¿Qué ventaja obtuvieron los judíos al ejecutar a su sabio Rey Yesua? Fue precisamente después de eso que su reino fue abolido. Dios vengó con toda justicia a estos tres hombres sabios: los atenienses murieron de hambre; los de Samos fueron invadidos por el mar; los judíos, arruinados y expulsados de su tierra, viven en completa dispersión. Pero en lo concerniente al bien, Sócrates no murió, sino que sobrevivió en la enseñanza de Platón. Tampoco Pitágoras murió totalmente, sino que sobrevivió en la estatua de Hera. Ni tampoco el sabio Rey Yesua murió en lo que respecta a su influencia para el bien; sobrevivió en la enseñanza que él había impartido”[6].

Podemos observar claramente que hay suficiente base tanto histórica, como espiritual, para demostrar la existencia del hijo de Dios, llamado Jesucristo, el cual vino para enseñarnos el camino a seguir, más ¿cuántos de nosotros pensamos en esto, en la sociedad actual?. La mayoría ni siquiera pensamos en ello, bien por miedo a admitir nuestras creencias religiosas, por moda o simplemente por negarnos a conocer la verdad.

El cardenal Joseph Ratzinger, actual papa Benedicto XVI dijo: “Donde el hombre se aparta de la fe, los horrores del paganismo se presentan de nuevo con reforzada potencia.”

En ocasiones diversas, nos mofamos de los representantes de Dios en la tierra, desvalorizando su poder y autoridad, pensando que lo más importante es vivir la vida, disfrutar al máximo, vivir sin reglas, ni obligaciones, tener lujos, e infinidad de cosas banales que se van con el tiempo y no vuelven. Así llegamos a un punto de dependencia absoluta de “lo material”, en el que si no somos uno más de la sociedad, nos sentimos inútiles e imprescindibles, ¿por qué llegar a este punto de dependencia?, ¿por qué ir a la moda?, ¿es esta la felicidad real?, seguramente no pensamos en esto casi nunca, teniendo una felicidad pasajera, negándonos el privilegio de ser feliz eternamente, con un poco de fe, amor, perseverancia y determinación.

Solamente nos quejamos sobre hechos con los que no estamos de acuerdo, que nos obligan a rectificar nuestras malas acciones, poniendo en duda la autoridad de Dios en esta tierra, que ha sido otorgada a personas de un alto nivel espiritual, que deciden dedicar su vida al servicio de Dios, dando todo de sí, con el fin de ayudarnos a prepararnos para conseguir la salvación eterna.

La renuncia al matrimonio y a una familia habría que contemplarla bajo este punto de vista: “renuncio a algo que para los demás no sólo es lo más normal, sino lo más importante, renuncio a traer nuevas vidas al árbol de la vida, para vivir con la confianza que sólo Dios es mi heredad, y contribuir así a que los demás crean en la existencia del Reino de los Cielos. Así, no sólo con palabras, con mi propia existencia, daré testimonio de Jesucristo y de su evangelio, entregaré mi vida para que Dios disponga de ella”. Estas palabras de Joseph Ratzinger son un claro análisis de lo dicho [7].

Como vemos, el testimonio del actual máximo representante de Dios aquí en este mundo, el Papa Benedicto XVI, nos hace tener una breve idea del significado real de la gran labor, digna de admiración que realizan miles de hombres y mujeres en todo el mundo, dejando sus familias y predicando por todo el mundo la palabra de Dios, tanto con sus hechos como con sus palabras, aún así no somos capaces de valorar esta labor, ni de abrir nuestra mente y corazón a la palabra de Dios.

Constantemente nos quejamos de la sociedad actual y su mito de "vivir la vida" [8], la falta de educación, de principios, de la incapacidad para amar; vemos a diario crímenes inhumanos que no somos capaces de asimilar, madres que niegan la vida a sus hijos sin dejar siquiera que lleguen a formarse, e incluso leyes que dan vía libre al asesinato de personas enfermas incapaces de decidir por sí mismas, ya que, por uno u otro motivo no se pueden expresar.

Culpamos a los demás de nuestros errores, familiares, políticos o cualquier otra persona que esté en nuestra mente en ese momento, pero nunca consideramos la idea de que podemos ayudarnos a nosotros mismo e incluso a los que nos rodean a conseguir esa felicidad que tanto deseamos; también debemos darnos cuenta de que podemos educar a nuestros hijos para que sean mejores que nosotros, podemos ayudar en esta sociedad poniendo un granito de arena cada día de nuestra vida, defendiendo nuestros principios religiosos, nuestra fe en Dios y como no, recordando que no estamos solos en el mundo que somos hermanos el uno del otro y así por todo el mundo, haciendo; y sobre todo, diciendo y tratando a los demás como queremos que nos traten a nosotros, tal cual Jesucristo lo hizo, dando su ejemplo, dedicando cada segundo de su vida a darnos su amor.

Como dijo San Pablo: “Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta”. Sigamos pues estas sabias palabras, dejando todo detrás, empezando de cero con el fin de llegar a ser uno más en el redil de Dios y conseguir nuestra meta espiritual, consiguiendo la plena felicidad y como no un lugar en la salvación.

Notas.

[1]Joseph Ratzinger; La Sal de la Tierra, Una conversación con Peter Seewald, (1997), Palabra, décima edición, Madrid, 2007, p.238-239.


[2]Auctor nominis eius Christus Tiberio imperitante per procuratorem Pontium Pilatum suplicio adfectus erat.)Anales XV. 44. Hace referencia al cristianismo en un fragmento de sus Historias, en relación con el incendio del templo de Jerusalén en el año 70 D. C., preservado por Sulpicio Severo (Crón. 11. 30.6.).


[3]Chrestus: otra manera de deletrear Cristo


[4]Plinio el joven: Epístolas X. 96.


[5]Flavio Josefo: Historiador judío, fariseo; en el año 66 D. C. fue comandante de las fuerzas judías en Galilea. Lo capturaron y formo parte del cuartel general de los romanos, se dedica a la literatura “En su obra Antigüedades Judías”.


[6]Carta de Mara Bar-Serapio: el cual estaba en prisión en aquel tiempo, pero escribió para alentar a su hijo en la búsqueda de la sabiduría, y le señala que aquellos que persiguieron a los sabios fueron cogidos por la desventura.


[7]Joseph Ratzinger; op.cit., p.238.


[8]Vivir la vida: forma coloquial utilizada por la juventud actual, para hacer referencia, a una vida sin control absoluto, sin respeto, ni convicción religiosa alguna.

La Razón Histórica, nº6, Enero-Marzo 2009