martes, 25 de abril de 2017

LA NECESARIA COHERENCIA DEL MAGISTERIO CON LA TRADICIÓN



La desviación doctrinal que se está verificando durante el pontificado actual tiene un agravante, porque no se contrapone a doctrinas poco claras o en vías de fijación, sino a doctrinas que, además de estar sólidamente ancladas en la Tradición, también ya han sido exhaustivamente debatidas en las décadas pasadas y aclaradas en detalle por el magisterio reciente.

Claudio Pierantoni
Profesor de filosofía medieval, Universidad de Chile

Infocatolica, – 24/04/17

Conferencia pronunciada en el Congreso «A un año de Amoris Laetitia. Para poner claridad», celebrado en Roma.

En esta intervención examinaremos primero y en forma breve la historia de dos Papas de la antigüedad, Liberio y Honorio, quienes por diferentes motivos fueron acusados de desviarse de la Tradición de la Iglesia, durante la larga controversia trinitaria y cristológica que comprometió a la Iglesia desde el siglo IV al siglo VII.

A la luz de las reacciones del cuerpo eclesial frente a estas desviaciones doctrinales, examinaremos luego el debate actual que se ha desarrollado en torno a las propuestas del papa Francisco en la exhortación apostólica «Amoris laetitia» y a las cinco «dubia» planteadas por los cuatro cardenales.

1. El caso de Honorio

Honorio I fue el único Papa que ha sido formalmente condenado por herejía. Estamos en las primeras décadas del siglo VII, en el contexto de la controversia sobre las dos voluntades de Cristo. Honorio sostenía la doctrina de la única voluntad de Cristo, el «monotelismo», la cual fue declarada posteriormente en contradicción con el dogma de las dos naturalezas, la divina y la humana, doctrina sólidamente fundamentada sobre la base de la revelación bíblica y solemnemente sancionada en el año 451 por el Concilio de Calcedonia.

Aquí presentamos el texto con el cual, en el 681, luego de su muerte, el sexto concilio ecuménico, el Tercer Concilio de Constantinopla, lo condenó junto con el patriarca Sergio:

«Examinadas las cartas dogmáticas escritas por Sergio, en su momento patriarca de esta ciudad imperial,… y la carta con la que Honorio respondió a Sergio, y constatado que no son conformes a las enseñanzas apostólicas y a las definiciones de los santos Concilios y de todos los ilustres santos Padres, que por el contrario siguen las falsas doctrinas de los herejes, las rechazamos y las condenamos como corruptas».

2. El caso de Liberio

Liberio, por el contrario, fue Papa en uno de los momentos más delicados de la controversia arriana, a mitad del siglo IV. Su predecesor, Julio I, había defendido tenazmente la fe establecida por el Concilio de Nicea, del año 325, que declaró al Hijo consustancial al Padre. Pero Constancio, emperador de Oriente, apoyó la posición mayoritaria de los obispos orientales, contrarios a Nicea, que según ellos no dejaba espacio para la diferencia personal entre el Padre y el Hijo. Hizo raptar, deponer y enviar al exilio, en Tracia, al Papa, quien después de casi un año terminó por ceder.

De este modo Liberio renegó de la fe de Nicea y llegó a excomulgar a Atanasio, quien era el más significativo defensor. Ahora dócil al emperador, Liberio obtuvo el permiso de volver a Roma, donde fue restablecido como obispo. En los meses que siguieron, todos los prelados filoarrianos que habían hecho carrera gracias al favor de Constancio consolidaron su poder en las principales sedes episcopales. Éste es el momento en el que, según la famosa frase de san Jerónimo, «el mundo se lamentó de haberse convertido en arriano». De los más de mil obispos que contaba el cristianismo, solamente tres se mantuvieron irreductibles en el exilio: Atanasio, de Alejandría; Hilario, de Poitiers, y Lucifer, de Cagliari.

Pero Constancio murió imprevistamente, en el año 361, y subió al trono imperial Juliano, luego llamado el Apóstata, quien impuso el retorno del Estado romano al paganismo, canceló de un golpe toda la política eclesiástica de Constancio y permitió a los obispos exiliados retornar a la patria. Libre de amenazas, el papa Liberio envió una encíclica que declaraba inválida la fórmula aprobada por él anteriormente y exigía de los obispos de Italia la aceptación del Credo de Nicea. En el año 366, en un sínodo celebrado en Roma poco antes de morir, tuvo incluso la alegría de obtener la firma del Credo de Nicea por parte de una delegación de obispos orientales. Apenas murió fue venerado como confesor de la fe, pero rápidamente se interrumpió su culto, a causa del recuerdo de su defección.

A pesar de sus diferencias, los dos casos de Liberio y de Honorio tienen en común un atenuante: es el hecho que las respectivas desviaciones doctrinales tuvieron lugar cuando todavía estaba en curso el proceso de fijación de los respectivos dogmas, el trinitario en el caso de Liberio y el cristólogico en el caso de Honorio.

3. El caso de Francisco

Por el contrario, la desviación doctrinal que se está verificando durante el pontificado actual tiene un agravante, porque no se contrapone a doctrinas poco claras o en vías de fijación, sino a doctrinas que, además de estar sólidamente ancladas en la Tradición, también ya han sido exhaustivamente debatidas en las décadas pasadas y aclaradas en detalle por el magisterio reciente.

Ciertamente, la desviación doctrinal en cuestión ya estaba presente en las décadas pasadas y con ella, entonces, también el cisma subterráneo que aquélla significaba. Pero cuando se pasa de un abuso a nivel práctico a su justificación a nivel doctrinal a través de un texto del magisterio pontificio como «Amoris laetitia» y a través de declaraciones y acciones positivas del mismo pontífice, la situación cambia radicalmente.

Veamos, en cuatro puntos, el progreso de esta destrucción del depósito de la fe.

Primero

Si el matrimonio es indisoluble, pero también en algunos casos se puede dar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, parece evidente que esta indisolubilidad ya no es considerada absoluta, sino solamente una regla general que puede sufrir excepciones.

Ahora bien, esto, como ha explicado el cardenal Carlo Caffarra, contradice la naturaleza del sacramento del matrimonio, que no es una simple promesa, aunque solemne, hecha frente a Dios, sino una acción de la gracia que actúa al nivel propiamente ontológico. En consecuencia, cuando se dice que el matrimonio es indisoluble, no se enuncia simplemente una regla general, sino que se dice que el matrimonio no puede disolverse ontológicamente, porque en él está contenido el signo y la realidad del matrimonio indisoluble entre Dios y su Pueblo, entre Cristo y su Iglesia. Este matrimonio místico es justamente la finalidad de todo el plan divino de la creación y de la redención.

Segundo

El autor de «Amoris laetitia» eligió insistir, en su argumentación, más bien sobre el lado subjetivo de la acción moral. El sujeto, dice, podría no estar en pecado mortal porque, por distintos factores, no es consciente que su situación es un adulterio.

Pero esto que en líneas generales puede suceder sin más, en la utilización que hace de ello «Amoris laetitia» conlleva por el contrario una contradicción evidente. En efecto, es claro que los tan recomendados discernimiento y acompañamiento de las situaciones particulares contrastan directamente con el supuesto que el sujeto permanece, indefinidamente, inconsciente de su situación.

Pero el autor de «Amoris laetitia», lejos de percibir tal contradicción, la impulsa hasta el ulterior absurdo de afirmar que un discernimiento profundo puede llevar al sujeto a tener la seguridad que su situación, objetivamente contraria a la ley divina, es precisamente lo que Dios quiere de él.

Tercero

Recurrir al anterior argumento, a su vez, revela una peligrosa confusión que, además de la doctrina de los sacramentos, llega a menoscabar la noción misma de la ley divina, entendida como fuente de la ley natural y reflejada en los Diez Mandamientos: ley dada al hombre y como tal apta para regular sus comportamientos fundamentales, no limitados a circunstancias históricas particulares, sino fundamentados en su misma naturaleza, cuyo autor es precisamente Dios.

En consecuencia, suponer que la ley natural puede soportar excepciones es una verdadera y auténtica contradicción, es una suposición que no comprende su verdadera esencia y por eso la confunde con la ley positiva. La presencia de esta grave confusión está confirmada por el ataque reiterado, presente en «Amoris laetitia», contra los leguleyos, los presuntos «fariseos» hipócritas y duros de corazón. En efecto, este ataque revela un malentendido completo de la posición de Jesús respecto a la ley divina, porque su crítica al comportamiento farisaico se funda justamente sobre una clara distinción entre la ley positiva – los «preceptos de los hombres» – a los que son tan apegados los fariseos, y los Mandamientos fundamentales, que por el contrario son el primer requisito, irrenunciable, que Él mismo pide al que aspira a ser su discípulo. Sobre la base de este equívoco se comprende el verdadero motivo por el cual, luego de haber insultado a los fariseos, el Papa termina por alinearse de hecho con su misma posición a favor del divorcio, contra la posición de Jesús.

Pero yendo todavía más a fondo, es importante observar que esta confusión desnaturaliza profundamente la esencia misma del Evangelio y su necesario arraigo en la persona de Cristo.

Cuarto

En efecto, según el Evangelio, Cristo no es simplemente un hombre bueno que vino al mundo para predicar un mensaje de paz y justicia. Él es antes que nada el Logos, el Verbo que existía en el principio y que se encarna en la plenitud de los tiempos. Es significativo que Benedicto XVI, desde su discurso «Pro eligendo romano pontifice», haya hecho justamente del Logos la piedra angular de su enseñanza, no por casualidad combatida a muerte por el subjetivismo de las teorías modernas.

Ahora bien, en el ámbito de esta filosofía subjetivista se justifica uno de los postulados más apreciados por el papa Francisco, según el cual «la realidad es superior a la idea». De hecho, una máxima como ésta tiene sentido solamente en una visión en la cual no pueden existir ideas verdaderas, que no sólo reflejen fielmente la realidad, sino que puedan también juzgarla y dirigirla. Tomado en su totalidad, el Evangelio supone esta estructura metafísica y gnoseológica, en la que la verdad es en primer lugar adecuación de las cosas al intelecto, y el intelecto es en primer lugar el divino, justamente el Verbo divino.

En esta atmósfera se comprende cómo es posible que el director de «La Civiltà Cattolica» afirme que es la pastoral, la praxis, la que debe guiar la doctrina y no al revés, y que en teología «dos más dos pueden ser cinco». Se explica por qué una señora luterana puede recibir la comunión junto al esposo católico: de hecho, la praxis, la acción, es la de la Cena del Señor que ellos tienen en común, mientras que aquello en lo que difieren son sólo «las interpretaciones, las explicaciones», en síntesis, simples conceptos. Pero se explica también cómo, según el superior general de la Compañía de Jesús, el Verbo encarnado no estaría en condiciones de ponerse en contacto con sus creaturas a través del medio elegido por él mismo, la Tradición apostólica: en efecto, sería necesario saber qué es lo que ha dicho verdaderamente Jesús, pero no podemos, dice, «desde el momento que no hubo un grabadora».

Yendo todavía más a fondo, en esta atmósfera, se explica en última instancia cómo el Papa no puede responder «sí» o «no» a las «dubia». Si en efecto «la realidad es superior a la idea», entonces el hombre no tiene ni siquiera necesidad de pensar con el principio de no-contradicción, no tiene necesidad de principios que digan «esto sí y esto no» y ni siquiera debe obedecer a una ley natural trascendente que no se identifica con la realidad misma. En síntesis, el hombre no tiene necesidad de una doctrina, porque la realidad histórica se basta a sí misma. Es el «Weltgeist», el Espíritu del Mundo.

4. Conclusión

Lo que salta a la vista en la situación actual es justamente la deformación doctrinal de fondo que, a pesar de ser hábil para esquivar formulaciones directamente heterodoxas, maniobra sin embargo en forma coherente para llevar adelante un ataque no sólo contra los dogmas particulares como la indisolubilidad del matrimonio y la objetividad de la ley moral, sino directamente contra el concepto mismo de la recta doctrina y, con ello, de la persona misma de Cristo como Logos. La primera víctima de esta deformación doctrinal es precisamente el Papa, que me atrevo a hipotetizar que es muy poco consciente de ella, víctima de una alienación generalizada y epocal de la Tradición, en amplios estratos de la enseñanza teológica.

En esta situacion, las «dubia», estas cinco preguntas presentadas por los cuatro cardenales, han puesto al Papa en un callejón sin salida. Si respondiera negando la Tradición y el magisterio de sus antecesores, pasaría a estar también formalmente hereje, entonces no puede hacerlo. Si, por el contrario, respondiera en armonía con el magisterio anterior, entraría en contradicción con gran parte de las acciones doctrinalmente relevantes llevadas a cabo durante su pontificado, por eso sería una decisión muy difícil. Ha elegido entonces el silencio, porque humanamente la situación puede parecer sin salida. Pero entre tanto se extienden en la Iglesia la confusión y el cisma «de hecho».

A la luz de todo esto, se vuelve entonces más que nunca necesario un ulterior acto de valentía, de verdad y de caridad, por parte de los cardenales, pero también de los obispos y luego de todos los laicos calificados que quisieran adherir. En una situación tan grave de peligro para la fe y de escándalo generalizado, no sólo es lícita sino directamente obligatoria una corrección fraterna francamente dirigida a Pedro, por su bien y por el de toda la Iglesia.

Una corrección fraterna no es ni un acto de hostilidad, ni una falta de respeto, ni una desobediencia. No es otra cosa que una declaración de la verdad: «caritas in veritate». Antes de ser Papa, el Papa es nuestro hermano.

Claudio Pierantoni


Publicado originalmente en Settimo Cielo 

martes, 18 de abril de 2017

EL CENTRO JURÍDICO TOMÁS MORO

crea el Observatorio contra la Cristofobia

Infocatolica, 18/04/17 10:16 AM

 El Observatorio contra la Cristofobia es una iniciativa del Centro Jurídico Tomás Moro que tiene como fin denunciar los numerosos ataques sufridos en España por los cristianos conformando un nuevo instrumento para la promoción de valores de respeto y el fomento de un espíritu crítico de denuncia de los delitos de odio por motivo de creencias o prácticas religiosas cristianas.

Los cristianos están siendo atacados y agredidos no sólo por personas individuales, sino también por las instituciones que no quieren defender los legítimos derechos de los cristianos, por los partidos políticos que alientan al odio hacia una población que siente mermados sus derechos, y por parte de algunos medios de comunicación que no informan con la objetividad e imparcialidad que exige la ética periodística.

El Centro Jurídico Tomás Moro, fundado en el año 2004, lleva más de 13 años defendiendo las libertades civiles, concienciando a la sociedad civil de la posibilidad real de defender sus derechos tomando parte activa en los debates públicos, y dotando a los ciudadanos y organizaciones de herramientas eficaces para la defensa de la libertad civil en contra del totalitarismo ideológico que desde las instituciones se quiere imponer.

Debido al incremento de los delitos de odio contra los cristianos el Centro Jurídico Tomás Moro ha decido crear el Observatorio contra la Cristofobia y suplir de esta manera la inactividad de los poderes públicos en la defensa de los derechos de la mayoría social.

El Observatorio, disponible en la dirección web http://www.tomasmoro.info/cristofobia/, tiene como principales objetivos:

1.- Emitir informes sobre los delitos de odio por motivo de la fe cometidos en España, recogiendo y publicando los datos de las agresiones y delitos.

2.- Denunciar ante la Policía y Guardia Civil la comisión de delitos de odio por cristofobia.

3.- Asistir a las víctimas de delitos de odio por cristofobia.

4.- Dotar a la sociedad de herramientas suficientes para defender la libertad de los cristianos.

5.- Publicar y distribuir material divulgativo con el fin de evitar conductas critofóbicas.

6.- Transmitir a las instituciones el preocupante incremento de los delitos de odio por motivo de la fe.

7.- Informar y divulgar la posibilidad de denunciar los hechos que puedan ser constitutivos de un delito de odio por cristofobia, u ofensivo a los sentimientos religiosos.

Inicialmente nace el Observatorio Contra la Cristofobia con varias herramientas de utilidad para los cristianos que quieran defender sus derechos:

1.- Posibilidad de comunicar al Centro Jurídico Tomás Moro los hechos constitutivos de delito mediante el envío de una denuncia on-line en la dirección: http://www.tomasmoro.info/cristofobia/denuncia/

2.- La posibilidad de descargar gratuitamente para su consulta y difusión un tríptico informativo sobre los delitos de odio por cristofobia en la dirección https://docs.google.com/a/tomas-moro.org/viewer?a=v&pid=sites&srcid=dG9tYXMtbW9yby5vcmd8dG9tYXNtb3JvfGd4OjIzM2VjNjFjMTA0NjM3MzQ

3.- La posibilidad de descargar documentos de interés para abordar con profesionalidad los delitos de odio en la dirección http://www.tomasmoro.info/cristofobia/documentos/

4.- La posibilidad de firmar una petición ciudadana (ya firmada por más de 8.100 ciudadanos) solicitando al Congreso de los Diputados respeto para los cristianos (petición alojada en la dirección web http://www.tomasmoro.info/2017/03/21/loscristianostenemosderechos/ )

Las distintas herramientas del Observatorio lo convierten en una plataforma privilegiada para la sensibilización social y permiten un espacio de encuentro, intercambio y consulta de profesionales, activistas y personas interesadas en la defensa de los derechos civiles.

Desde el portal web http://www.tomasmoro.info/cristofobia/ el Observatorio Contra la Cristofobia difundirá gran parte de su trabajo, al mismo tiempo que aunará el esfuerzo de personas, asociaciones e instituciones comprometidas contra la discriminación por motivo de la creencia o práctica de la fe cristiana.

Dada la nula voluntad de los poderes públicos en la defensa de los derechos de los cristianos, y dado el preocupante aumento de los ataques contra los creyentes, el Centro Jurídico Tomás Moro con el fin de financiar las futuras actividades del Observatorio tiene abierta una cuenta corriente - BBVA, 0182-4016-05-0208517204 (IBAN ES72)- para recibir la aportación de los ciudadanos interesados en la defensa de la fe mayoritaria de la sociedad española.


Con el Observatorio Contra la Cristofobia el Centro Jurídico Tomás Moro colma una preocupante laguna en la protección de los derechos civiles, pues ninguna institución pública parece interesada en defender los sentimientos religiosos de la mayoría del pueblo español, y defender la integridad física y moral de una población que cada día se siente más alejada de las instituciones políticas.

domingo, 16 de abril de 2017

EL INFIERNO NORCOREANO


testimonio del padre Philippe Blot en París

María Arratíbel, el 15.04.17
Infocatolica

“Como misionero, como sacerdote católico, hablo aquí en nombre de todos esos coreanos que desde hace más de 60 años viven uno de los más largos Via Crucis de la historia de la humanidad.”

Así hablaba el padre Philippe blot, sacerdote misionero de las Misiones Extranjeras de Paris (MEP) en Corea del Sur, quien compartió el pasado 24 de marzo en la catedral de Notre Dame de Paris un escalofriante testimonio sobre el infierno que vive el pueblo crucificado por la dictadura comunista en Corea del Norte.

El testimonio se enmarcó en la celebración de una “Noche de los testigos”, evento que Ayuda a la Iglesia Necesitada organiza periódicamente para difundir la realidad de la persecución, y que ofrece a los asistentes la oportunidad de orar por nuestros hermanos perseguidos por su fe.

La Noche de los testigos celebrada en París contó con tres testimonios excepcionales: el del hermano Jacques Mourad –monje sirio, secuestrado por el Estado Islámico durante cinco meses-, la madre Marie-Catherine Kingbo –religiosa de la congregación de las Siervas de cristo en Níger y, finalmente, el padre Philippe Blot, misionero en Corea del Sur.

Al final de este post podrán visionar el vídeo de la velada completa que la cadena francesa de televisión KTOTV ha compartido en su canal de youtube. Los tres testimonios comienzan en los minutos 23:00 (Jacques Mourad), 47:50 (madre Kingbo) y 1:14:55 (padre Blot). El vídeo está integramente en francés, de modo que les voy a traducir a continuación el testimonio completo del padre Blot, para darles a conocer la terrible situación que viven milllones de seres humanos en el infierno comunista de Corea del Norte:


Desde hace más de 70 años Corea, llamado “el país del amanecer tranquilo”, está partida en dos tras una guerra fratricida particularmente trágica. En un primer momento, como sacerdote de las Misiones Extranjeras de París, pude ir a Corea del Norte y, a pesar de la vigilancia de las autoridades, pude verificar la verdad de algunos reportajes y testimonios de refugiados norcoreanos.

En primer lugar la situación en los hospitales es dramática: sin antibióticos, sin vendas, sin jabón. (…) También los colegios en Pyonyang ilustran la subalimentación crónica de toda la población, que no afecta en absoluto al aparato del régimen. Un niño norcoreano de 7 años mide veinte centímetros menos y pesa diez kilos menos que un niño de su edad de Corea del Sur.

Es necesario sobornar a miembros del partido para obtener productos de primera necesidad: la corrupción es lo común.

No hay minusválidos; el régimen, racista y eugenésico, está obsesionado por la pureza de la raza, a la que personas que no son “normales” no pertenecen. Éstas son expulsadas de las ciudades.

Corea del Norte es un país tan cerrado que nadie puede entrar ni salir sin visado, “incluido Dios” – añaden los refugiados a modo de broma.

Los dos pilares de la represión son un control total de los movimientos de la población, por un lado y, por otro, la ignorancia total del mundo exterior: los refugiados descubren espantados otra realidad completamente diferente de lo que les habían contado desde su infancia, y evocan la propaganda marxista desenfrenada hacia la población, para aprender a someterse al Partido Comunista.

El dictador es presentado como un Dios, referencia incuestionale de discursos, enseñanzas e informaciones. La dinastía de los Kim, de abuelo a nieto (este último hoy en el poder), es objeto de una propaganda delirante: hay 30.000 estatuas de enormes dimensiones dispersas en todas las ciudades y pueblos del país.

Los norcoreanos se espían, denuncian unos a otros si observan la mínima falta hacia el gran líder. Después del arresto del culpable se reúne al pueblo y la familia para condenar públicamene la transgresión del culpable. Todos asisten a su ejecución. Hay una alternativa: los campos de reeducación.

Hablemos de estos campos, que nos darán ocasión de hablar de los cristianos de este país.

El relato de los testigos y las imágenes tomadas con satélite permiten estimar que hay entre 100.000 y las 200.000 personas detenidas en estos campos de concentración. La brutalidad de los guardianes es el pan de cada día de los prisioneros, que trabajan 16 horas al día, sufren torturas atroces, sin contar las ejecuciones públicas de los rebeldes.

Entre estos presos políticos los que sufren el peor tratamiento son los cristianos, considerados espías, antirrevolucionarios de primera clase. Serían 13.000 según el régimen, y entre 20 y 40.000 según las organizaciones humanitarias.

Los cristianos son objeto de un tratamiento particularmente cruel. Se les crucifica, se les ahorca en árboles o bajo puentes, se les ahoga, se les quema vivos. Algunos testigos hablan de torturas tan horribles que la decencia no me deja describirlas ante ustedes…

Para los dirigentes toda religión debe ser prohibida, es decir, tanto el cristianismo como el budismo ya que, como dice el catecismo marxista, es el “opio del pueblo”.

Los norcoreanos no saben qué es una biblia, quién es Dios.
Hace unos años el gobierno norcoreano ha abierto en medio de una gran propaganda una iglesia católica, un templo protestante y una iglesia ortodoxa en la capital…pero sólo son simulacros.

A pesar de todo esto hay una iglesia subterránea en Corea del Norte, que es objeto de una persecución continua. A los refugiados norcoreanos a los que les he preguntado “¿Habéis oído hablar o visto a un vecino vuestro detenido en flagrante delito de rezar en su casa o en un lugar secreto?” muchos me han respondido afirmativamente.

Algunas informaciones nos hablan de una mujer, hace dos años, arrestada en posesión de 20 biblias. La molieron a palos y fue colgada por los pies en público.

En mayo de 2010 20 cristianos pertenecientes a una iglesia clandestina fueron arrestados. Tres de ellos , responsables del grupo, fueron al instante ejecutados. Los otros, deportados.

Se estima que desde 1995 unos 5000 cristianos han sido ejecutados sólo porque rezaban en secreto o distribuian biblias. Muchos de estos cristianos han sido precisamente cristianos por la presencia de misioneros extranjeros en la frontera con China. Se sabe también que dos pastores, americano y canadiense de origen coreano, están ahora en campos de prisioneros por ayudar a refugiados.

He encontrado refugiados en “un país limítrofe” con Corea del Norte que, de ser descubiertos, arriesgaban la repatriación, el campo de concentración…la muerte.

Si en este país vecino a Corea del norte no son repatriados se arriesgan a caer en manos de organizaciones criminales, de tráfico de órganos y de prostitución.

Las mujeres y niñas norcoreanas son secuestradas y vendidas en algunos casos a propietarios de prostíbulos. Una jovencita norcoreana puede ser vendida por entre 800 y 1000 dólares.

Desde hace más de 60 años los norcoreanos tratan de alcanzar un país libre, pero esto no es fácil. Hay que pasar por China, que no reconoce el estatuto del refugiado, que sigue considerándoles inmigrantes ilegales, sin papeles y por tanto sin destino. Muchos trabajan como pueden: mal pagados, sin derechos, a merced del empleador.

Para sacarlos de allí, traficantes bien pagados llevan a los refugiados a Corea del Sur, Canadá y otros países a través de Birmania, Laos, Mongolia o Tailandia. Son necesarios entre 4000 y 5000 euros  para los pasaportes falsos, el transporte, la comida, el “salario” de los traficantes y los sobornos. Por supuesto, se trata de “contratos aleatorios”, y en el último momento los traficantes podrían decidir un aumento de precio…

En el encuentro con refugiados norcoreanos he recibido testimonios tan insoportables que lágrimas de sufrimiento y vergüenza surcaban mi rostro. ¿Los seres humanos pueden cometer tales atrocidades? ¿¿¿Cómo tantas vidas humanas pueden ser pisoteadas entre una tan gran indiferencia???

Por todo ello, como misionero, como sacerdote católico, hablo aquí en nombre de todos esos coreanos que desde hace más de 60 años viven uno de los más largos Via Crucis de la historia de la humanidad. Hablo en nombre de aquellos a quienes se les arranca un ojo, o un miembro, sin anestesia, para transplantarlos a ricos chinos o japoneses. Hablo en nombre de esas jovencitas norcoreanas víctimas de mercaderes de esclavas.
Pero la vida de estos miles de seres humanos, mujeres y hombres, representa un hecho de dimensiones mayúsculas, del que hay que subrayar el aspecto político y diplomático.

Desgraciadamente los países vecinos de Corea del Norte, o los más lejanos de Europa, América…sólo reclaman algunos cambios en nombre de los derechos humanos, sin destacar el status quo actual, en nombre de ese estilo del “equilibrio” de las relaciones internacionales que garantiza una paz de compromiso con aquellos que quieren la liberación de Corea del Norte y la reunificación del país.

En conclusión, si nos quedamos en lso estrictos cálculos geopolíticos, los 23 millones de coreanos se arriesgan a tener que esperar un largo tiempo antes de ver mejorar su suerte, a menos que haya una intervención de Dios, a quien rogamos cada día por este pueblo crucificado, y que aspira a la reconciliación, la reunificación y la paz.

Les propongo orar por la unidad, la reunificación y la reconciliación de este pueblo:


Señor Jesús, te pedimos por todos nuestros hermanos norcoreanos que mueren de hambre corporal y espiritual. Posa tu mirada de amor y misericordia sobre toda la península coreana, para que reencuentren la unidad, la paz y la reconciliación. Amén.”